TERCERA NOCHE PREPARATORIA DE LAS IV JORNADAS ANUALES DE LA EOL SECCIÓN LA PLATA, EL CUERPO: GOCES Y FICCIONES —EOL Sección La Plata, 6 de septiembre de 2017
Gabriel Tanevitch
Podemos recorrer la idea que nos configuramos del cuerpo desde el estadio del espejo, tomando como referencia el caso Dick de Melanie Klein, que Lacan desarrolla en El Seminario, Libro 1, hasta después del Seminario 20, cuando introduce lalengua como primaria en relación al lenguaje. Este recorrido nos permite poner en tensión la relación cuerpo/goce, como también la forma de concebir la práctica analítica y la dirección de la cura en el autismo.
Dick, un niño de 4 años, que concuerda con el cuadro de autismo infantil precoz, pone en cuestión la idea de que el Otro es previo al sujeto y que el inconsciente pueda estructurarse como un lenguaje. Dice Lacan: “El punto significativo es simplemente éste: no dirige ningún llamado. El llamado, les recomiendo retengan esta noción” (1). Pensamos que es el Otro el que sanciona ese llamado, el que significa el grito del niño. El autismo nos hace saber que eso no siempre es así. No es sin el consentimiento del sujeto que se dará lugar a lo que los Lefort llamaron “el nacimiento del Otro”.
Miller, en su seminario Los signos del goce, pregunta: “¿Qué diferencia hay entre el grito y el llamado? ¿Qué está primero?” (2). El llamado supone al Otro, en cambio el grito en tanto secreción orgánica prescinde de él, concierne sólo al organismo. Dirá Miller: “Si la respuesta del Otro hace emerger al sujeto, es igualmente cierto que el grito crea al Otro” (3). Lacan plantea que en Dick, al no haber llamado, el lenguaje está interrumpido a nivel de la palabra. No se ha enlazado a su sistema imaginario cuyo registro es demasiado pobre. Las consecuencias de la ausencia del llamado afectan tanto al cuerpo como al lenguaje y la clínica del autismo se encarga de mostrárnoslo. Cuando no hay Otro, el estadio del espejo no se pone en marcha. La relación imaginaria a-a’, el cuerpo y la constitución del yo, se ven afectadas, no hay anudamiento entre lo simbólico y lo imaginario. Tanto el cuerpo, como el mundo exterior deben imaginarizarse. Esta falla en lo especular depende de una falla en lo simbólico. De este modo, como señala Miller, el autista está inmerso en lo real. Es ahí donde Eric Laurent formula un mecanismo forclusivo más radical que el de la psicosis, que llama: “forclusión del agujero” (4). Esta tesis nos permite entrar en la última enseñanza de Lacan a partir del concepto de lalengua y el parlêtre. Lalengua produce un troumatismo, neologismo que une la palabra agujero (trou en francés) con traumatismo. Es el traumatismo del agujero como acontecimiento en el cuerpo.
Desde esta nueva perspectiva el cuerpo no es solo la imagen especular sino un cuerpo habitado por el goce de lalengua que lleva a Lacan a hablar del parlêtre o cuerpo hablante. Situar el goce a partir del cuerpo hablante, comprende además diferenciar el goce del cuerpo y el goce fuera de él, o sea el goce de la palabra o goce fálico y por otro lado un goce que se reparte en relación a los objetos a. En el autismo, producto de la forclusión del agujero, no se establece el agujero que lo simbólico produce en lo real y por lo tanto no se constituye el borde topológico entre esos dos registros. No es posible construir un cuerpo, un yo ni un recorrido de la pulsión. Otra consecuencia de la forclusión del agujero es que no se produce el pasaje de lalengua al lenguaje, de ahí que Eric Laurent plantee que el autista está inmerso en el ruido de lalengua. Por lo tanto, no puede el sujeto autista embarcar el goce en la palabra.
El parlêtre autista presenta imagen del cuerpo pero no reconocida, le falta esa corporización de la imagen, el acto que de ella haga una consistencia imaginaria. Su estrategia consistirá en armarse un encapsulamiento, un neo-borde que funcione a la manera de un cuerpo en el cual pueda ubicar su goce. Esto tiene que ver con una forma particular de retorno del goce sobre el borde que constituye una barrera protectora, un encapsulamiento o caparazón, que no se apoya en el cuerpo y que funciona como una defensa masiva ante el Otro sin falta, el cual se vuelve amenazante. En este cuerpo-caparazón el parlêtre autista “se” goza, sin trayecto pulsional, ni zonas erógenas que podrían articular su cuerpo al Otro.
En cuanto a las ficciones, si las ubicamos en relación con los registros imaginario y simbólico, en tanto que el sujeto se constituya en relación al significante, podrá éste desarrollar sus fantasmas, su propia novela familiar o invenciones. La ficción hace lazo, también sostiene la realidad del sujeto y mantiene la existencia del Otro. El autista, dirá Maleval, no se constituye por la vía del significante, sino por el signo (5). Será de esa manera que podrá ampliar ese encapsulamiento. Un ejemplo es el pensamiento en imágenes de Temple Grandin, que le permite el pasaje de lalengua a un lenguaje particular que le es propio. Parte de la imagen, y de ahí pasa al significante. Necesita del referente, del signo. Ficciones (fixiones), más ligadas a lo real, que el parlêtre autista utiliza para establecer un lazo sutil con los Otros y tomar su partida en la vida.
Notas:
(1) Lacan, J.: El Seminario, Libro 1: Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1988, pág. 134.
(2) Miller, J.-A.: Los signos del goce, Paidós, Buenos Aires, 1998, pág. 110.
(3) Ibíd., pág.113.
(4) Laurent, E.: La batalla del autismo. De la clínica a la política, Grama, Buenos Aires, 2013, pág. 81.
(5) Maleval, J.C.: Conferencia “De la estructura Autística”, Nel, Colombia, 2017, inédito.