El cuerpo en las ficciones clínicas y las ficciones jurídicas

SEGUNDA NOCHE PREPARATORIA PARA LAS IV JORNADAS DE LA EOL SECCIÓN LA PLATA: EL CUERPO: GOCES Y FICCIONES –EOL Sección, La Plata, 9 de agosto de 2107

 

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Alberto Justo

 

 

“El hombre piensa con la ayuda de las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo que algo se esboza (…) Moterialisme”. (1)

 

Agradezco la invitación a esta segunda noche para la presentación de nuestras Jornadas de este año. Tomaré dos puntos para luego poder conversar.

El primero: el tipo clínico.

Esta noche fui invitado a partir de una pregunta que realicé en la noche anterior en la presentación del Argumento de nuestras jornadas. Allí planteé la relación entre las ficciones clínicas que desde un comienzo Freud –siguiendo la orientación científica de su época– fue creando, nuevas categorías clínicas que convivían con categorías de la época: histeria, neurosis obsesiva, psicosis, etc.

Recordemos que Freud parte de la distinción entre neurosis actuales y psiconeurosis hasta desembocar en la neurosis de transferencia, neurosis artificial que contenía el germen que permitía orientar una cura por la palabra. Lacan no sigue esa línea de inventar nuevas ficciones clínicas –excepto como psiquiatra en su tesis– pero sí mantuvo a lo largo de toda su enseñanza “el tipo clínico”. No desarrollaré toda esa temática, pero a modo de ejemplo diré algo en relación con lo que venimos trabajando ya desde hace tres años en el Seminario del Campo Freudiano, y que se orienta hacia nuestro próximo Congreso: “Psicosis ordinarias y las otras. Bajo transferencia”. Tomando el texto donde se plantea toda la doctrina acerca de esta estructura clínica, en la perspectiva diferencial con la neurosis –“De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”– subrayo el término preliminar porque entiendo que después de más de sesenta años ya no estamos en lo preliminar. Con este texto nos hemos orientado –en ese tiempo– en tratamientos de sujetos psicóticos y eso nos ha conducido a soltar las amarras de una clínica que supo orientarse en las referencias psiquiátricas. Hoy podemos plantear, es una hipótesis, que contamos con una clínica específica desde el discurso analítico y es hora de extraer las consecuencias de esta clínica. Interpreto que el nombre elegido para nuestro próximo congreso de “psicosis ordinaria” diferenciada de “las otras”, echa luz en esta perspectiva. No para debatir una nueva nominación, sino para elucidar las consecuencias que podemos extraer de cómo la psicosis nos enseña hoy en la perspectiva nodal y del sinthome (siempre el tratamiento del goce que se impone), sin la orientación del Nombre del Padre.

 

Pero también es cierto, y aquí retomo el segundo punto que quería conversar con ustedes, que existen otras modalidades para nombrar ese goce del viviente. En este punto quisiera retomar a Eric Laurent, quien hablando de las burocracias sanitarias en salud mental (DSM), dice que nuestra época es nominalista: es habitual que a fenómenos conocidos se les ponga un nuevo nombre y eso puede tener una finalidad política.

Por ejemplo: “violencia de género”, “bullying”, “tratamiento comunitario”. Y estos nuevos nombres, podemos decir, tienen dos caras: por un lado, puede tener un efecto que puede ser utilizado en las prácticas terapéuticas de modo universalizante, pero por otro lado tiene –a nivel de los derechos– el efecto positivo de visibilizar un elemento que antes no estaba, ejerciendo un acto político. Así los psicoanalistas no estamos en posición de defender un derecho, como sí lo hace la psicología y otras disciplinas en la pendiente que impone el consumo de los dispositivos asistenciales –tanto en lo público como en lo privado–, pero sí de analizarlo, en tanto un fenómeno cobra valor de un “nuevo derecho” a partir de ser nominado. Podemos usar estas nominaciones para extraer los efectos a nivel clínico y sus consecuencias, para interrogarlos, qué puede hacer un psicoanalista frente a esos fenómenos.

Para concluir quisiera traer a modo de ejemplo la incidencia de las ficciones jurídicas en nuestra vida cotidiana, como acontecimientos que ponen en juego los cuerpos en sus maneras más descarnadas. Destacaré cuatro de ellos que han tenido difusión pública a través de los medios masivos de comunicación, que en mi opinión ponen a cielo abierto la manera que esta “otra forma de decir” tiene en nuestra época.

-Un sujeto que deambula en la calle con su cuerpo desencajado es asistido por la fuerza pública y conducido a un hospital y repite la misma respuesta cuando se lo interroga, para avisar a su familia, sin ninguna reticencia. La respuesta no se hace esperar, no se puede comunicar ya que los padres con quien hasta ese momento convivía, están muertos hace más de un año.

– Una joven mujer, luego de buscar afanosamente quedar embarazada, poco tiempo después del nacimiento de su hija, atormentada por no poder establecer un circuito que permita instaurar el registro de la demanda, mata a su hija y le impiden tirarse por la ventana. Termina en una unidad penitenciaria.

– Nuevamente una búsqueda desesperada de los padres culmina con una joven adolescente encontrada asesinada.

-Por último, una joven adolescente decide trágicamente quitarse la vida en la escena que hasta ese momento enmarcaba sus rutinas cotidianas, en la escuela. Dos detalles subrayan el espanto, una carta dirigida a “la mierda” que la acompaña y un deseo decidido, pero no realizado, de transmitir en vivo su acto.

 

 

 

Notas:

(1) Lacan, J.: “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, Intervenciones y Textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, págs. 125-126.

(2) Laurent, E.: El Reverso de la biopolítica, Grama, Buenos Aires, 2016.