HACIA LAS XXV JORNADAS NACIONALES DE CARTELES —NOCHE DE DIRECTORIO: EL MAPA DEL CARTEL, EOL Sección La Plata, 29 de junio de 2016
Lucía Bringas
Quiero agradecer especialmente al Directorio de la Sección por esta invitación a viajar con el cartel. Es mi segundo viaje a La Plata, estuve en el 2013 en aquellas Jornadas de Carteles inolvidables, esas que precedieron la fundación de esta Sección. Mi tercera vez será en Septiembre con motivo de las próximas Jornadas Nacionales de Carteles. Podría decirles que. en mi experiencia, La Plata quedará indisolublemente ligada al Cartel. La Plata: ciudad del Cartel.
La semana pasada tuvimos nuestro primer encuentro con los responsables de Carteles, Carlos Rossi, María Laura Errecarte y Sabina Serniotti, en ocasión de las Jornadas de la Sección Córdoba. Así es que lo que voy a trasmitirles ya lleva la impronta del cartel, de nuestros intercambios y de nuestra primera reunión con Luis Tudanca como “más uno”.
Me interesa tomar el cartel desde la perspectiva de un instrumento que nos permita hacer una lectura actual, política (tema de nuestro cartel). Qué lugar para el cartel hoy en nuestras instituciones, qué real trata, qué usos, cómo producimos, qué temas orientan la libido, los lazos; en esta misma perspectiva, María Laura Errecarte se refiere a la cartografía como ciencia para interpretar un mapa, en este caso se trata del mapa del cartel.
La Sección La Plata tuvo al cartel desde sus comienzos, como una marca de nacimiento, de origen, un deseo en relación al cartel en el nacimiento de la Sección.
Miller en la «Teoría de Turín», se refiere a la Escuela sujeto y dice que la fundación efectiva de una Escuela no es asunto burocrático “destinado a reglarse por un pequeño número reunido separadamente, un conciliábulo de jefes (…) ¿Cuál es el estatuto de la Escuela antes de que sea un sujeto de derecho? Está tomada en un deseo, adviene bajo la forma de deseo antes de advenir bajo la forma de sujeto de derecho (…) La vida de una Escuela debe interpretarse. Es interpretable analíticamente. Esta es la tesis que quiero defender”. (1)
Si pensamos a la Escuela sujeto, y como tal interpretable, ¿qué efectos, de este deseo fundacional atravesado por el cartel? Que una Escuela se inicie por el cartel, ¿deja marcas que hacen huella en su futuro desarrollo, en su funcionamiento institucional? ¿Qué real en juego en el origen posibilita tratar el cartel?
La Sección Córdoba también tuvo su origen en el cartel. En ese momento (1986) un grupo que conformaba el “Ateneo Psicoanalítico” comienza a trabajar hacia la fundación de la Escuela, conformando lo que llamaron carteles de borde.
Tomaré como referencia un trabajo de investigación realizado por Liliana Aguilar titulado “Tras las huellas”. En esos tiempos de fundación de la Escuela, esta invención cordobesa, “los llamados carteles de borde permitían reducir al mínimo el carácter burocrático elevando a la dignidad analítica el ingreso a la institución. A partir de ese momento, el cartel comienza a ser la única actividad que se inscribe en el trabajo de Escuela. Y lo que aparece como un rasgo singular es que se introduce esta misma forma cartel como mecanismo formal para legitimar el ingreso de nuevos miembros”. (2)
Podemos decir que el cartel, la forma cartel, se vuelve una insignia en el sentido cordobés, y la hipótesis que ella plantea es que esta marca fundacional tiene efectos en el gusto, un entusiasmo por el cartel que tenemos los cordobeses. Podríamos decir que el cartel es hoy un modo de vivir la Escuela, un modo instalado de trabajar, de estudiar, es un instrumento que sirve para múltiples usos. No sólo hay carteles clásicos, sino que hay comisiones cartelizadas, hay carteles conformados para seminarios o noches de la Escuela, hay por ejemplo un cartel conformado por una cátedra de la Universidad, grupos de tesis cartelizados, etc. Como verán hay un uso instalado y extendido del cartel, en oposición al escaso número de seminarios a riesgo propio.
Ahora bien, tal como conversábamos en nuestra primera reunión de Cartel con Luis Tudanca, que haya cuatro más uno, ¿garantiza que eso sea un cartel? Me preguntaba acerca de este uso tan extendido, ¿no implica el riesgo de su banalización, estandarización, ritualización?
El cartel es un dispositivo que está en el origen de la Escuela de Lacan, esto no es una originalidad ni cordobesa ni platense. Lacan inventa el cartel junto con la Escuela, en 1964, frente a una coyuntura particular, la excomunión. Él nombra al cartel como “máquina de guerra contra el didacta y su pandilla” (3). En la misma línea, el pase, permitiría que la noción de AE escape a los didactas y el cartel propiciaría una organización institucional circular que escape a la organización jerárquica que implica la carrera del didacta. Tal como lo dice Miller, para Lacan se trataba de arrancarle el psicoanálisis a los didactas.
Cartel y Pase, son los modos que inventó Lacan para pensar su Escuela como contra-experiencia a la Internacional, él responde a la excomunión con la fundación de lo que llamo la Escuela como experiencia inaugural, diferenciándola de la forma institucional creada por Freud. Freud bajo la forma de los siete anillos, golpeado por las recientes disidencias de sus discípulos, creó una sociedad analítica que tenía por objetivo proteger a la teoría de todo abuso y desviación. La protección de la teoría se pagó con la ritualización de la práctica y la formación de los analistas, el sostenimiento de la verdad religiosa y una organización verticalista basada en el poder de unos pocos. Él quiso garantizar de esta manera el porvenir de psicoanálisis protegiendo al psicoanálisis de los psicoanalistas. Esta misma institución es la que 50 años después proscribe la enseñanza de Lacan.
La forma institucional en que Lacan pensó su Escuela fue entonces una respuesta al modo IPA. En total controversia con las reglamentaciones de la Sociedad Internacional dice: el analizado será libre de elegir su analista. De esta manera destituye para su Escuela el lugar del didacta, y propone un «todos iguales» frente al trabajo, y es aquí que instaura el cartel como el órgano de base de su Escuela.
Pero lo real insiste, y no titubeó, años más tarde, en disolver la Escuela por los mismos motivos que lo habían llevado a fundarla. En ese momento hace una “denuncia” muy puntual: los efectos de grupo y la tendencia “irresistible” del psicoanálisis a volverse una religión, entendiendo la religión como la guarida del sentido y entendiendo que “la jerarquía no se sostiene sino por el sentido” (4). Nuevamente aquí, surge un renovado interés por el cartel. Convoca específicamente a los miembros de la Escuela, que a partir de ahora tienen su sede en el buzón del consultorio de Lacan, a que se junten en pequeños grupos, “cualquiera con cualquiera”, a remolinear. Lacan propone aquí la figura del remolino, de aquello que gira en forma circular alrededor de un agujero, privilegiando la circularidad por sobre la jerarquía.