NOCHE DE DIRECTORIO: EL SABER EN LA ESCUELA, ENTRE FORMACIÓN Y TRANSMISIÓN –EOL Sección La Plata, 23 de Marzo 2016
Diana Wolodarsky
Hay en el título que convoca, cuatro términos de peso. Saber, Escuela, formación y transmisión. Y la proposición ‘entre’.
Comienzo, entonces, por ubicar el saber como un objeto que circula en el espacio Escuela y la Escuela, como un Otro que se presta a alojar saber. O sea que entre saber y Escuela pasan cosas.
1-En principio, La/ Escuela
La Escuela es un concepto y una experiencia que, al igual el analista, se halla en formación permanente.
Ese sesgo es lo que hace de la Escuela una piedra preciosa que se talla continuamente. De ahí la necesidad de permutación de sus instancias, como un modo de contrarrestar la atracción a la tendencia a los grupos y al enquistamiento en el poder.
Es en el año ‘64, cuando Lacan se separa de la IPA y funda, en soledad, otra forma de lazo para la comunidad analítica, una modalidad transgrupal. Para ello se vale del cartel. El cartel, entonces, está desde el inicio y hasta hoy en la base de la cual se soporta la Escuela, a fin de responder una pregunta fundamental: qué es un analista.
¿Cómo saber que hay un analista cuando la selección no se realiza desde un modelo prefijado, estandarizado, sostenido en reglas o métodos universales?¿Cómo se demuestra y verifica? Uno por uno.
Lacan toma el relevo de la pregunta freudiana de “Análisis terminable e interminable” con el Seminario 11, cuando se pregunta por el destino de la pulsión en el final de un análisis. Y sabemos que la pieza angular de su enseñanza ‑con la cual propone extraer lo singular del universal‑ se construye alrededor del objeto a,.
Es en esta ruptura con el pensamiento vigente en ese momento, con el cambio de lógica que permite pasar del mito al matema, que inaugura otra orientación posible en la formación analítica.
Nombrar un analista ya no sería acorde a un modelo ideal identificatorio, sino que, por la verificación de una experiencia singular, el cartel del pase nomina o no que haya un analista.
2-Un borde no hace serie, hace relieve
Lacan se vale del uso del cartel, el cual será ubicado en un borde entre formación y transmisión. Por ese borde circulan distintas modalidades del saber. Este dispositivo se usa tanto para la formación –diferente de la universitaria–, como para la transmisión, cuya pieza central en la Escuela es el Cartel del Pase: un modo innovador en la selección de los analistas.
El saber circula entre formación y transmisión al modo de una banda de Moebius, produciendo un saber vivo, que afecta al cuerpo y que no es letra muerta.
Las nociones de más Uno, de éxtimo, de permutación son términos que apuntan a resaltar que la inconsistencia está en el Otro y la consistencia lógica es del objeto. Quedando en esa perspectiva el concepto Escuela en la lógica del no todo, del lado femenino de las fórmulas de la sexuación.
Es por todo esto que escribo La Escuela (barrada), como La mujer, como El analista en tanto son escrituras correlativas del no hay relación sexual. Hay goces y hay estilos, uno por uno.
3-Hacer pasar este saber
En Sutilezas analíticas (1), Miller plantea que prefiere ceder la clínica al terreno de las clasificaciones, en tanto estas procuran operar con la consistencia del Otro. En el psicoanálisis, que apunta a un final no restringido a su alcance terapéutico, por el contrario, prevalece –en el lugar del Otro– un saber acerca del goce, el objeto y lo real. Localizable y aislable a partir de una particular posición del analista: semblante de objeto encarnado en el deseo del analista
La vertiente que abre esta novedosa perspectiva respecto de los finales de análisis, da cuenta de un modo novedoso de concebir el inconsciente y la interpretación, o sea, una nueva concepción del síntoma. Ya no como aquello que se agota en un modo de decir, sino el síntoma como un modo de goce que implica el cuerpo. El síntoma no solo como lo que “eso dice”, sino, lo que “eso goza”.
Si como dice Lacan en el Seminario 20, “el lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua” (2), la operación analítica por excelencia apunta a reducir los significantes a su máxima desnudez, a fin de aislar los significantes primordiales fundantes de la estructura de un sujeto.
El síntoma es lo que da cuenta de ese encuentro traumático entre el significante y el cuerpo.
Situamos así dos operaciones que distinguen la praxis lacaniana:
-el fuera de sentido que el analista hace operar, a fin de hacer surgir el significante que traumatizó al parlêtre,
-el desprendimiento del objeto que el analista encarnó para el analizante.
Se entra por la pregunta del ser y se sale por la afirmación del goce uno.
Notas bibliográficas:
(1) Miller, J.-A.: Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, pág. 84.
(2) Lacan, J.: Seminario 20, Aún, Paidós, Buenos Aires, 1998, pág. 167.