Ecos y resonancias del control

ecos_resonancia_del_control_andrea_perazzoEcos del IX Congreso de la AMP: «Un real para el siglo XXI»

por Andrea B. Perazzo

 

Ante la invitación a escribir sobre las resonancias de los temas tratados en el Congreso, sin dudar respondí: el Control. Teniendo éste un lugar preponderante en la mesa del “Deseo del analista”, en la del “Control”, y en la Conversación de la Escuela Una.

Intervenciones de Graciela Brodsky, Laura Petrosino y Romildo Do Rego Barros, tuvieron para mí el valor de encuentros que dejaron marcas, como así también una puntuación de Eric Laurent.

Graciela, planteó que el deseo del analista lleva a hablar del control por su relación con el sinthome, por ello el control no termina con el pase. “Si la brújula es el sinthoma, si el analista analiza con su sinthoma, el control se hace más necesario para medir el propio acto respecto al propio sinthoma”.

Laura, por su parte, transmitía su experiencia de control: “Un control, en cada ocasión, como si fuera la primera vez”. Un analista sin memoria. Control, uno por uno, trozos, que no se continúan con otros, donde no se acumula saber, aunque se trate del control del mismo caso. Control de la posición del analista, por ello son distintos: “En el control se trata de cernir algo de la singularidad”. Allí, el “Un real”.

Romildo Do Rego Barros, nos recordaba la intervención de Miller: “El control es para lavar las escorias que afectan al tratamiento (…) no responde a una época de la formación del analista”.

Y el control, como lo que “no cesa”, intervención de Eric Laurent.

Ecos…

Recordé a partir de estas resonancias, una presentación del Congreso anterior del 2012: “Un ajuste permanente”, de Patricia Bosquin Caroz, en una mesa sobre el deseo del analista. Hablaba de la identificación a su síntoma al final del análisis, identificar como lo que se conoce mejor, saber desembrollarlo, saber hacer ahí, planteando el manejo de la distancia con el síntoma, como la garantía de la operatividad del deseo del analista. Después del pase, el control podría participar de este ajuste del sinthome, que en su caso sería “desactivar” los restos sintomáticos susceptibles, en algunos casos, de reactivarse; así poder sostenerse en el lugar del deseo del analista a distancia de sus pasiones.

Lacan ubica al control como responsabilidad de Escuela, y un deber ético para los que están en ella. Control que no se reduce a una etapa de la formación, no se pasa de moda, sino que se puede recurrir a él siempre, instrumento del que nos servimos mientras practicamos el psicoanálisis, y del que nos valemos, por más viejos que estemos, para mantenernos en el buen lugar desde donde operar, desde donde escuchar, cada vez y con cada paciente.

¿Qué controlamos? Nuestra posición respecto al acto en la transferencia, por ello se trata de una formación inacabada, que acompaña al analizante en su práctica aun cuando este analizante devino analista. Con el pase, el control no cesa.

Un nuevo lugar para el control

Mi posición en relación a mi experiencia de control, ha cambiado. Esto va de la mano del momento que atravieso en mi análisis, así como mi relación al Otro del saber.

A partir de una intervención de mi actual analista, en relación a mi pregunta respecto de comenzar mis controles con él –desde hacía  años, controlaba con quienes fueran mis analistas– responde firme: “No. Aquí el análisis, el control en otro lugar”. Separación.

Desconcierto. A la vez, alivio.

Al tiempo, el encuentro con la sutileza en la escucha de un analista cuando comentaba casos clínicos, el gusto por los detalles, su transmisión y rigurosidad conceptual, serviría de brújula para elegirlo como analista de control. En mi demanda le expresaba: “querer controlar de manera frecuente, pues no quería obstaculizar los análisis de mis pacientes. Y a su vez, verificar que haya analista, cada vez, en cada cura”.

Algo había cambiado: del “querer saber cómo hacer con tal paciente”, buscando en el Otro la respuesta, al “saber querer el control de mi posición en la cura con cada paciente”. Puesta ahí, expuesta, priorizando mi implicación y sus efectos. Poniéndome al control cada vez, con cada caso, nada cómodo, pero manteniendo a raya el padecimiento aplastante del reposo.

Ahora, mi experiencia de control, incómodamente viva, constante y “desigual” cada vez, que no impide la contingencia. Responsabilizándome de mi práctica, es así como hoy deseo y elijo seguir.