Escritura de luces y sombras; resonancias y escrituras por-venir

eco_amp_2014_maria_laura_errecarteEcos del IX Congreso de la AMP: “Un real para el siglo XXI»

por María Laura Errecarte

 

Titulé el trabajo que presenté en la jornada clínica del Congreso de la AMP “Escritura de luces y sombras”. Voy a transmitir algunas resonancias implicadas en mi experiencia participando allí con mi propia escritura y escuchando e interlocutando con colegas de diversas geografías. Hecho lazo transferencial con algunos otros.

Presenté un caso en el que acompaño el procedimiento de escritura de una paciente donde hago de partenaire de sus invenciones y artificios. Exquisitas sublimaciones que se orientan por su objeto y no por el ideal. En tanto tocan un real propio, tienen consecuencias en su lazo social. Tratamiento orientado a partir de un real, “una mirada especial”, donde en principio ella era el lente. Real que por momentos, desanudado, la desestabiliza y ella intenta clausurar internándose en un convento. En el tratamiento se teje una particular trama al modo de piezas sueltas que le posibilitan la construcción de un cuerpo vivible.

Las sombras del encierro y la exaltación de la luz divina, en sus encuentros de extimidad con Dios, se irán desplazando mientras la fotografía vehiculiza otro marco posible de escritura.

Ahora bien, propuse mi trabajo en el eje “el deseo del analista y su redefinición” apostando a cernir algo más acerca de la causa de la escritura que de la cifra.

Graciela Brodsky en su ponencia en este Congreso, justamente desarrolla lo problemática que le resultó la formula “deseo del analista”. La mejor respuesta que encuentra es cuando el analista dejó de ocupar el lugar de Otro, para encarnar el objeto con el cual el analizante juega la partida analítica. Se trata entonces de “discurso del analista”. Por otro lado, nos transmite su inquietud: por qué si raramente los carteles del pase localizan el pasaje del analizante al analista, hay, sin embargo, nominación de AE. Sitúa que algo se esclarece con la clínica del sinthome, en tanto no se trata tanto de atravesamientos y pasajes, sino de arreglos y reacomodaciones. Parece difícil echar luz sobre el oscuro deseo del analista.

Me interesa particularmente la fresca transmisión de los pasos que guían su formación y concepción del psicoanálisis acompañando los diferentes momentos de la enseñanza de Lacan. Algo la intrigaba. Ella lo dice así: “Se trataba de una acotación de Lacan, un poco a modo de advertencia: el deseo del analista era el de obtener la máxima distancia entre el Ideal y el objeto, pero sin olvidar que el del analista era un deseo impuro”.

En su caso, sitúa el deseo impuro en tanto contaminado por el goce de ser la intérprete. Una vez atravesado el fantasma fundamental hay un destino de la pulsión que no se abandona pero que se libera de sus usos fijos, la pulsión se anuda de otra manera y obtiene otras satisfacciones. Testimonia: “Disfruto traduciendo, dando clases, hablando aquí a ustedes. Prestando la voz y el silencio para que otros que se analizan conmigo, puedan oírse (…) el deseo del analista es uno de los destinos posibles de lo irreductible del análisis del analista. Un analista no analiza sin su síntoma. Se conoce su paño, con el que sabe hacer, que ha sido reconducido a la contingencia de su causa, a la insensatez de su repetición, y que se vuelve entonces instrumento, herramienta, lazo.”

La enseñanzas del pase nos convocan a orientarnos por un real, aquel propio, que ha podido cernirse en el análisis. Nos ayuda también la práctica del control. Real que podrá deslizarse en escrituras con luces y sombras, que tendrá diferentes coloridos y opacidades.

Jaques Alain Miller nos da una brújula invitando a escrituras por-venir para el próximo Congreso: Nos recuerda que Lacan reivindicaba para su pensamiento la dignidad, salir de los caminos trillados y andar por vías inéditas por más oscuras que a veces puedan ser. Hablar de dignidad nos lleva nuevamente al concepto de sublimación, definido como “elevar el objeto a la dignidad de la cosa”. Podemos pensar dos modos de elevación: el primero sería vía el escabel, aquella subida a un pedestal donde se busca reconocimiento e importancia, sublimación freudiana pero en su cruce con el narcisismo. Para el parlêtre fomenta su faz de goce de la palabra en nombre del ideal. El sinthome –al contrario– surge de la marca que excava la palabra y se hace acontecimiento de cuerpo, excluye el sentido. Analizarse es así trabajar la castración del escabel para revelar el goce opaco del síntoma. Miller nos plantea que en el pase se juega con el síntoma, para hacerse con él un escabel con la satisfacción del grupo analítico. Hecho de sublimación donde habrá que demostrar un saber hacer con lo real.

¿Por qué no pensar nuestros congresos como una caja de resonancia donde analistas de diversas geografías prestan cuerpo a sus escrituras?

Puesta a prueba cada vez. ¿Un destino posible para la pulsión?