Delirios y cuerpos

DELIRIOS DE LA VIDA COTIDIANA. Tercera Noche Preparatoria X Jornadas EOL Sección La PLata. 20 de septiembre de 2023

Marcelo Ale

Agradezco al Directorio de la Sección, a la Comisión organizadora de las Jornadas, a la Comisión científica y a los compañeros de la dupla delirio y cuerpo.
“Delirio y cuerpo” es justamente el tema de investigación de la dupla. El y es un lugar atractivo, casi un vacío que invita a ubicar algo allí para articular dos términos (delirio y cuerpo en este caso), casi un lugar que llama a la invención.
En primer lugar se trata de pluralizarlos, ya que no hay una sola versión de cuerpo y una de delirio como venimos viendo en las reuniones anteriores, por lo tanto tomaré como base esa pluralización: “delirios y cuerpos”…y luego veremos que conexión se puede establecer.
¿Con qué versiones del cuerpo nos encontramos los analistas en los consultorios en esta época habitada por una constelación discursiva que hace heterogénea la manera de concebirlo? Sí creo que sea cual fuera la versión, se trata de cuerpos construidos por los discursos y afectados por la palabra.
Como venimos conversando, “hay delirios y delirios”. Hay delirios neuróticos (histéricos y obsesivos), psicóticos…y “de la vida cotidiana…”. Hay “cuerpos y cuerpos” también: histérico, esquizofrénico, real, simbólico, imaginario…cuerpo máquina, cuerpo erógeno, hedonista, cristiano, etc.
Tal es así que: “A lo largo de la historia ha habido maneras de referirse al cuerpo. Desde la antigüedad griega, el paganismo, el cristianismo, el mecanicismo, el iluminismo, el romanticismo, etc. Pero estas no son edades cronológicas de la historia de la humanidad, sino discursos como el conjunto del vocabulario disponible para nombrar lo real del organismo. Son modos de concebir el cuerpo y no fases de la historia, son discursos que no quedaron enterrados en cada época, sino que tienen vigencia en los momentos que nos toca vivir”. (1) Se trata de los “discursos establecidos”, esos que se parecen mucho a los “delirios normales”.
El cuerpo no es aquello a lo que los discursos se refieren, sino su producto. El cuerpo no es la carne, no es el soma, es el organismo torneado por el discurso, invadido, habitado, enhebrado por el lenguaje. No hay manera de concebir un cuerpo sin el paso del organismo por un baño de lenguaje, es decir que no hay cuerpo pre discursivo.
En fin, como se ve, el abanico de investigación es muy amplio.
Presentaré algunas coordenadas, tratando de emular a Freud en “Conclusiones, ideas, problemas”, obtenidas a partir de las conversaciones y debates en el marco de trabajo de la dupla.

Cuerpo y significante

Miller en su Curso La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, utiliza dos términos para conectar cuerpo y significante: significantización y corporización. Lo que se significantiza es el cuerpo, lo que se corporiza es el significante; doble movimiento del que podremos extraer consecuencias e interrogantes.
La corporización del significante podemos rastrearla en Freud, en sus trabajos sobre la hipnosis y en particular en su conferencia “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos” donde explica el fenómeno de la sugestión posthipnótica a partir de la corporización del significante. Esa palabra proferida por el hipnotizador, cala en el cuerpo del hipnotizado provocando conductas y síntomas conversivos inexplicables hasta entonces. Utiliza una bella expresión para explicar este fenómeno: “obediencia corporal a la palabra”, que Miller traduce “corporización del significante”. También la ceguera histérica puede explicarse como un fenómeno de sugestión hipnótica, en donde el efecto de la corporización del significante (en la orden impartida) es la ceguera ocasionada. De esta experiencia, que se puede leer en el texto de Freud “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis”, se desprende la distinción entre dos versiones del cuerpo: orgánico y erógeno.
Miller en Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo afirma: “Quizás sea necesario precisar la definición de acontecimiento de cuerpo”. (2) En realidad “siempre se trata de acontecimientos de discurso que dejaron huellas en el cuerpo, y estas huellas perturban al cuerpo. Hacen síntoma solo si el sujeto en cuestión es capaz de leer estas huellas, de descífralas”. Corporización entonces: efecto del significante en el organismo. La palabra incorporada al cuerpo (in-corpe) afecta al organismo produciendo síntomas conversivos. Se trata del descenso del significante al organismo.
El otro proceso requiere de su interés también; el de la significantización, en el que se trata de la elevación al significante, en la que el cuerpo ofrece su materia, su realidad al significante. Afirma Miller que el paradigma del volverse significante del cuerpo es el falo. Es elevación, sublimación de la cosa hacia el significante, distinto de la corporización que es el descenso, la entrada del significante en el organismo.

Cuerpos y discursos: la invención delirante

Miller en “La invención psicótica” publicado en la Revista Virtualia 16, se refiere a los “discursos establecidos” para plantear que en la esquizofrenia estos no están presentes.
Hay discursos establecidos sobre el cuerpo a los que los neuróticos podemos recurrir para describirlo. Discursos que son versiones mecanicistas (presentes en la medicina aun hoy) cristiana ligada a lo sacrificial, hedonistas ligadas al placer, etc. Cuando no hay acceso a los discursos establecidos, hay que inventarlos, y es allí donde los delirios entran en escena, hacen su aparición.
En el mismo artículo distingue, creación, descubrimiento e invención, subrayando que esta última, que se hace con un material preexistente, es la expresión más apropiada para referirnos al delirio.
Una pregunta que guía nuestra investigación en la dupla respecto de la relación cuerpo-invención delirante, es ¿Cómo se las arregla el esquizofrénico al no disponer del auxilio de los “discursos preestablecidos”, esos que el neurótico dispone como solución fija, que si bien es pobre, le permite tener un cuerpo?
Se apoya Miller para formular esta pregunta en lo planteado por Lacan en “El atolondradicho” cuando afirmaba: “La función de cada uno de los órganos le hace problema al ser hablante, es lo que se especifica en el esquizofrénico, por estar tomado sin el auxilio de ningún discurso establecido […] tengo la tarea de desbrozar el estatuto de un discurso donde sitúo que… hay discurso: y lo sitúo con el lazo social al que se someten los cuerpos, que, a este discurso loabitan”. (3) Lacan considera que el dicho esquizofrénico se especifica por el hecho que para él el problema del uso de los órganos es especialmente agudo y que tiene que tener recursos sin el auxilio de discursos establecidos, es decir que está obligado a inventar un discurso, obligado a inventar sus apoyos para poder hacer uso de su cuerpo y de sus órganos.
Miller problematiza la cuestión al afirmar que, en este sentido: “Todos somos esquizofrénicos porque el cuerpo y los órganos del cuerpo nos hacen problema, salvo que podamos adoptar soluciones típicas, que suelen ser soluciones endebles”.
La invención delirante es una respuesta que se desencadena ante un encuentro, ¿con qué?…con eso que irrumpe como fuera-de-cuerpo, eso que Lacan en El Seminario10, llama lo libidinizado no especularizable, no subjetivable. Se trata de ese goce que ex – siste fuera – del cuerpo de lo simbólico/imaginario. Es el encuentro con el traumatismo del significante, del significante enigma, del significante goce, lo que obliga a una invención subjetiva.
Afirma Miller, que en el esquizofrénico los órganos pasan fuera-de-cuerpo. El cuerpo está ligado siempre a una ex – sistencia de esta clase. El ejemplo de Lacan de la “laminilla” en el Seminario 11 (cuyo antecedente se puede leer en aquel objeto libidinizado no especularizable del Seminario 10), invita a presentar a la libido como un órgano fuera-de-cuerpo. Entonces, irrupción de la libido como eso –fuera de cuerpo (no subjetivable/ simbolizable/ imaginarizable). Es ante esta irrupción que el delirio se inventa como respuesta. Hay un fuera-de cuerpo-que el cuerpo de lo simbólico intenta captar la vía de la invención delirante.
Por último, afirma que hay invenciones esquizofrénicas y paranoicas y que estas últimas son diferentes porque recaen esencialmente sobre el lazo social. Para el paranoico no es un problema la relación al órgano o al cuerpo que no está tomado por un discurso establecido, sino el problema es el de la relación al Otro, entonces él se ve llevado a inventar, no una relación al cuerpo, sino una relación al Otro. Si el término invención se impone, es porque está ligado a la noción del Otro que no existe, por lo tanto el gran Otro es una invención. El Otro no existe quiere decir que “el sujeto está condicionado a devenir inventor, es empujado en particular a instrumentalizar el lenguaje”.
Hay otras invenciones que no son delirantes, las llama de identificación. El transexualismo por ejemplo, es una invención de identificación: “decir soy un hombre cuando físicamente soy una mujer”.

La emancipación de los órganos o la rebeldía de lalengua en estado puro.

En la clase del 9 de agosto de su Seminario “Lo inquietante de las locuras”, Fabián Naparstek planteó algunas preguntas respecto del delirio como invención, afirmando en primer lugar que la condición necesaria para la construcción del delirio es el encadenamiento de un S1 con un S2, es necesario que haya una hiancia entre S1 y S2 para delirar. Apoyado en esta condición es que distingue paranoia de esquizofrenia, ya que en esta última la presencia de la holofrase le obtura esa hiancia necesaria para el movimiento significante del delirio. Entonces plantea que al sintagma al “Todos locos todos, todos delirantes…” debemos incluirle una excepción: la esquizofrenia: todos locos, todos delirantes, menos los esquizofrénicos.
Aclara que no es que no haya significante en la esquizofrenia, sino que está desencadenado en estado de presignificantes (4) comparándolo con lalengua cuando no se deja atrapar por el lenguaje. Se trata de la rebeldía de lalengua en estado puro.
El significante suelto no permite establecer una unidad corporal. No solo que no permite construir la unidad del cuerpo, sino que propicia el retorno del fantasma del cuerpo fragmentado, a lo que Freud llamaba autoerotismo.
Comenta el ejemplo de un caso de esquizofrenia en el que el paciente rehusaba ir al baño, porque para él ir de cuerpo era igual a que los órganos se le fueran por el inodoro. Se ve que no hay ni cierre del cuerpo ni distinción entre interior/exterior
Para creer que los órganos no se van a ir por el inodoro, hay que tener un discurso preestablecido que logre establecer la unidad corporal, de no ser así lo que retorna es el fantasma del cuerpo fragmentado.
Termina plantando una pregunta muy interesante: ¿en la esquizofrenia no hay delirio o se trata de un delirio en lo real? Queda abierta para la conversación esta pregunta, además de las anteriormente planteadas sobre el tema.

Notas

(1) Ale, M.: “El cuerpo es el lugar donde el que el logos se convierte en pathos”, Pasión y encanto en la experiencia analítica, Editorial El Ruiseñor del plata, Ediciones de la APLP, La Plata, 2010.
(2) Miller, J.-A.: Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo, Colección Diva, Buenos Aires, 2002, p.76.
(3) Lacan, J.: “El atolondradicho”, Otros escritos, Paidos, Buenos Aires, 2012, p. 498
(4) Lacan, J.: “Respuesta al comentario de J Hippolite”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1971, p. 377: “Es ciertamente lo que explica, al parecer la insistencia que pone el esquizofrénico en reiterar ese paso. En vano, puesto que para él todo lo simbólico es real […] …la retracción de un tiempo cíclico que hace tan difícil la anamnesia de sus perturbaciones, de fenómenos elementales que son solamente presignificantes y que no logran sino después de una organización discursiva larga y penosa establecer, constituir, ese universo siempre parcial que llaman un delirio”.