Delirios de la vida cotidiana. Primera Noche Preparatoria rumbo a X Jornadas Anuales EOL Sección La Plata. 28 de julio de 2023
Irene Kuperwajs
I
Freud habla de fenómenos que ocurren en la “vida normal”, cotidiana, de todos los sujetos, dejando de lado la aspiración de una normalidad saludable.
En este sentido plantea que si la pérdida de realidad estaría de antemano dada para la psicosis y se cree que la neurosis la evita…“cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad”. (1)
Como lo mencionamos en el argumento, Miller refiere siguiendo a Lacan en su última enseñanza lo que llama la “forclusión generalizada” que se apoya en el “no hay relación sexual”. A la vez articula la clínica universal del delirio y sostiene que, en tanto elucubración de saber el delirio otorga sentido a donde no lo hay. El delirio está hecho de lenguaje y el sentido es efecto de la articulación entre significantes. En esta perspectiva todos los discursos son defensas frente a lo real.
II
Pero cada uno tiene su modo de delirar y defenderse de lo real que perturba, en suma, un modo singular de responder, por vía del fantasma, del síntoma, de la alucinación…
Sin el ánimo de hacer una psicopatología sino más bien una lectura clínica de lo particular articulada a lo singular de la práctica, podemos evocar el delirio de sentido en la neurosis obsesiva. Miller nos da una pista, respetar las “modulaciones” para pensar cómo operar la despatologización lacaniana sin abandonar la clínica estructuralista.
Lacan dice en “Televisión” (1973) “…el sujeto del inconsciente solo toca el alma por el cuerpo, por introducir en él pensamientos” […] “el hombre no piensa con su alma como lo imagina el filósofo. Piensa porque una estructura, la del lenguaje […] recorta su cuerpo, y sin que nada tenga que ver con la anatomía”. (2)
Lacan planteaba en su primera enseñanza que el sujeto es efecto de la estructura. El lenguaje como estructura recorta el cuerpo y tiene un efecto sobre el pensamiento. En el caso del síntoma obsesivo el pensamiento es vivido como extraño, parasitario, y no sabe qué hacer con el “pensamiento con el que el alma se embaraza”. (3) Pensamos con las palabras, es lo que Lacan demuestra más adelante cuando precisa que el significante es causa de goce y hablará del parlêtre como lo que va más lejos que el inconsciente para reintroducir el cuerpo que se goza.
El obsesivo goza de pensar, no puede parar de darle sentido a todo y embrollarse en su laberinto. Cree demasiado en el Nombre del Padre, ¡ese es su delirio religioso! Pero Lacan nos recuerda, un tipo de síntoma obsesivo no es igual al de otro obsesivo por más que pertenezcan a la misma clase. Se trata de un delirio, el de cada uno, inclasificable.
III.
Nos preguntamos ¿cómo se sale en un análisis de la elucubración delirante? ¿Se sale del sentido? ¿Cómo opera el analista para que un análisis no devenga un delirio de interpretación?
Lacan precisa una indicación clínica al presentar el no-todo en el Seminario 19 y la perspectiva del “no hay relación sexual”. La formulación del Uno nos conduce en la experiencia del análisis a lo que se opone a la masa, al para todos, al sentido, al ser. Apunta de lleno a la existencia. Pero, al mismo tiempo que nos intenta transmitir que el analista en su propio discurso introduzca menos tonterías, y hasta recomienda airear un poco el sentido, argumenta que no podemos no pasar por él. De esto el analista también tiene que estar advertido.
Un lapsus de un niño de familia muy católica habla de su verdad: me cuenta que fue a la iglesia y en vez de confesarse dice que fue a “rebelarse al padre”, cuestión que lo tenía completamente atormentado, enlazado sintomáticamente a la relación con sus pares: someterse o pelearse. Es inevitable dar las vueltas por el sentido luego de su tropiezo para tratar el goce en juego en su posición de hacerse pegar.
Airear el delirio de sentido en la neurosis, vaciar el sentido gozado, agujerearlo por medio de la interpretación, por el equívoco, el corte, la ironía, permiten conducir al analizante hacia la creencia en el síntoma o inventar alguna herramienta no standard, advertido de su real.
Pero hay que trabajar mucho para extraer lo más singular e incomparable.
Salir de la “paranoia dirigida” implica transitar el camino del Otro al Uno que traza Lacan cuando pasa de la clínica apoyada en el Edipo a la clínica del parlêtre, toma la estructura, pero con un real sin ley, “lo real que sale a relucir en el lenguaje”. (4)
Lo real como límite al sentido es lo que reduce el delirio en el análisis y también lo que, como plantea Miller en Sutilezas analíticas, diferencia a un psicoanalista del delirio del filósofo. (5) Reducir el delirio no es eliminarlo, el inconsciente transferencial va de sentido en sentido y en todo caso, lo real que despierta, fuera de sentido, es alcanzado solo por un instante.
Lalengua está hecha para gozar, y el análisis es un “autismo de dos”, metáfora que toma Lacan en su “Seminario 24”. Unos solos que se juntan en una experiencia por qué no, delirante.
IV
Comparto con ustedes un recorte del final del reciente aporte de Gil Caroz para el argumento del Congreso de la AMP 2024 que es muy enseñante. Plantea que “hay una forclusión posible, inherente a la cura analítica misma, cuando se rechaza el saber que deriva de la destitución subjetiva. Esta destitución que se impone al sujeto en análisis, implica que aquello en lo que se sostiene – su sufrimiento, su fantasma, sus identificaciones, su queja, su división y su suposición de saber – ya no le sirve para nada. Entonces, el sujeto debe apoyarse en su propia existencia como único punto de certeza que puede orientar su ética. Este reconocimiento de la inexistencia del Otro es correlativo a una forma de reconocimiento de lo real. Puede provocar «el horror, la indignación, el pánico», pero es el grado cero de la locura”. (6)
Propone así que confrontarnos con la inexistencia del Otro en un análisis es el grado cero de la locura. Interesante manera de decir que cuando ya no le demandamos al Otro un nuevo S2, ningún saber, ninguna respuesta, queda el parlêtre apoyado en su propia existencia, la de Uno solo. ¿Es esta otra manera de pensar ese estado pre-clínico pero aquí, paradójicamente, producto de un análisis llevado hasta el final?
Notas
(1) Freud, S.: “La pérdida de realidad en la neurosis y en la psicosis”, Obras Completas, Tomo XIX, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, pág. 193.
(2) Lacan, J.: “Televisión”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág.538.
(3) Lacan, J.: Ibíd.
(4) Lacan, J.: “El atolondradicho”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 500.
(5) Miller J-A.: Sutilezas analíticas, cap. XVIII, Paidós, Buenos Aires, 2011.
(6) Gil Caroz: “El grado cero de las locuras”, https://congresamp2024.world/es/el-grado-cero-de-la-locura