I Jornada Anual “De la verdad al goce. Reformulaciones de la práctica”- EOL Sección La Plata, 25 de Octubre de 2014
por Jorge L. Santopolo
El tema de nuestra Jornada “De la Verdad al Goce”, resuena en el título de la clase del Seminario, Libro 11, “Del amor a la libido” que he comentado en el marco de Seminario del Campo Freudiano que dictamos en la Sección. Voy a intentar que esa resonancia se convierta en una lectura de cómo puede pensarse, siguiendo el desarrollo de Lacan en dicho seminario, la articulación entre la verdad y el goce.
En primer lugar, debo decir que ambas fórmulas implican una lógica de oposición entre los conceptos en juego. Así como no es lo mismo la verdad que el goce, tampoco podemos confundir amor y libido. Se trata de conceptos que hay que diferenciar. Pero ambas fórmulas hacen referencia, a mi entender, a un recorrido que va de uno al otro.
En la clase en cuestión, el recorrido puede entenderse en términos de lo que va de la transferencia a la pulsión; o mejor dicho, de la transferencia como Sujeto Supuesto Saber a la transferencia como puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente o también de la apertura del inconsciente al cierre.
Para que la dimensión de la transferencia en su cara Sujeto Supuesto Saber se ponga en funcionamiento necesitamos de la apertura del inconsciente, el efecto de pérdida de representación que se anota $ y la búsqueda de la respuesta en el lugar donde se supone que se hallará la verdad. De ello responde el inconsciente como discurso del Otro. El sujeto correrá tras los significantes como Acteón tras la presa –mito al que hace referencia Lacan en el prólogo de esta clase– sin obtener más que el mismo efecto sincrónico de división que pulveriza el deseo. Esta carrera tras la verdad, llevada a término, arroja como resultado final lo que Freud formula como tope de la cura, el análisis del inconsciente es interminable. De ello es necesario “salir airoso” (1), zafarse (s’en sortir). ¿Cómo salirse de la verificación de que al final de la carrera tras la verdad sólo se encuentra falta en ser, falo y castración? ¿Cuál es el real que alcanza el psicoanálisis descifrando los significantes que responden desde el discurso del Otro?
La pulsación del inconsciente, en su punto de cierre, se encuentra con el recorrido pulsional determinando que aquel que corre tras la verdad encuentre su ser convertido en objeto; como Acteón queda convertido él mismo en presa. Este efecto produce una nueva división del sujeto ya no por el significante sino por la satisfacción de la pulsión en el cuerpo propio, que siempre le es Otra, extraña, en la medida en que es acéfala. A esto llama Lacan “puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente”. La realidad sexual del inconsciente es la satisfacción de la pulsión parcial alrededor del borde de la zona erógena, lugar del objeto a. El objeto perdido de la pulsión freudiana.
Esta relectura del concepto de pulsión inaugura una nueva doctrina sobre el cuerpo en psicoanálisis: un cuerpo libidinal, no especularizable, sede del goce que se obtiene por el resto de “vida” que habita en las zonas erógenas. Un cuerpo vivo por oposición al cuerpo mortificado por la acción del significante.
De este modo, lo real es ese goce en el cuerpo que se alcanza gracias a la torsión paradojal del trayecto pulsional en el punto mismo de convergencia con el cierre del inconsciente, el punto de la transferencia. En el análisis tomamos noticia de ello en el cese de las asociaciones, por el silencio del cual responden las fantasías de los pacientes. Tales fantasías son las que, en su fijeza, permiten la construcción del fantasma y recortan el singular modo en que el sujeto se satisface.
El franqueamiento que realiza Lacan, redefiniendo los cuatro conceptos en relación con un real propio de la experiencia analítica, permite la primera formulación de un final de análisis más allá del impasse freudiano y con ello, un salto cualitativamente distinto en la política del la cura. La clave de esta formulación requiere desembarazarse del Ideal de fusión amorosa entre los sexos y de la aspiración a la pulsión genital total. Para ello el operador central es el deseo del analista que permanece como un enigma en su definición, pero no en su función, siempre orientada a separar al gran I del pequeño a.
Si revisamos este breve recorrido se trata de un trayecto que va de la verdad al goce.
Nota
(1) Lacan, J.: El Seminario, Libro11- Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987, pág. 195.
Bibliografía:
Lacan, J.: El Seminario, Libro11- Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987.