De “La” locura que no existe a la sutileza

LOCURAS. Presentación Virtualia #42 en EOL SLP. 13 de septiembre de 2023

Melina S. Filippi

“En el discurso analítico lo que está al mando no está hecho para dominar, sino para provocar el deseo.” Christiane Alberti en “Lo que puede el psicoanálisis”, Revista Virtualia 42.

“Hay locuras y locuras. Hay ruidosas, sutiles, de internado, de todos los días, de las neurosis, de las psicosis…ninguna es igual a otra”. Fernanda Mailliat en “La locura de Fredricksen”, Revista Virtualia 42.

Presentar viene del latín praesentare, que quiere decir hacerse presente, ofrecer. Indica además presidir, estar al frente, presente en una situación.
¿Pero de qué modo presentar hoy esta revista? Virtualia 42, revista de psicoanálisis entre muchas, es verdaderamente única. Tan única que me invita a pensarla como un plus, un S1, un enjambre, o una provocación al deseo de saber.
¿Cómo dar cuenta de esta Una, ante la enorme cantidad de producciones que se están realizando orientadas hacia el próximo congreso de la AMP? Me pregunto ¿Cómo no desorientarnos ante tanta frondosidad? ¿Cómo es posible que tantas ramificaciones de un mismo árbol, que si bien comparten algo en común a su vez se diferencien tanto una a una? Una pista, la singularidad del rasgo.
Intentaré entonces pensar la singularidad en relación al todo, utilizando como recurso el discurso analítico, para situar la revista en tanto producto, la posición del analista y su deseo en la clínica del uno por uno y su función como provocador de deseo en la Escuela de psicoanálisis. Para ello iré sirviéndome de los diversos autores de esta revista, enlazando algunos eslabones de “Locuras”.
Siguiendo la onda verde, me planteo que, si en esta tierra fértil “Todos somos Lacanianos”, es Miller uno de los cuales, cada tanto, descompleta el conjunto, produciendo en la comunidad analítica, la entrada de aire nuevo, removiendo la tierra, cada vez que planta una semilla. Es a partir de este Uno que se producen escritos de lo más variados, en los que cada quien, con su estilo, y alrededor de este enigma, elabora un saber. Es decir que como “agente de delirio” nos invita a dar sentido ahí donde produce una hiancia, un descompletamiento.
Me pregunto si en verdad, lo que planta es un enunciado que a modo de objeto a, nos divide e impulsa a producir intentando arribar a una significación posible, en este caso a “Todo el mundo es loco, es decir delirante” que, bordeando la cuestión nos confronta con el interrogante de ¿eso qué quiere decir? Es por la vía de la elucubración de saber que Virtualia nos ofrece varios frutos de lo más variados, ricos y coloridos para orientarnos al respecto.
En Virtualia 42 cada producción es Una. Las 37 no conforman un Todo sino Una. Una que no es La, sino una de la de una por una, al estilo Don Juan. Estos Unos conforman un conjunto bien singular
en forma de revista. Entonces, si como producto lo que se obtiene es algo del orden de la singularidad, Miller, plantado en el discurso analítico nos pone a trabajar, a producir, a mantener vivo el psicoanálisis obteniendo como producto un S1.
Esta bellísima revista nos ofrece un modo de leer la locura, la de cada quien, la de la clínica, la de la época. Nos da a entender que así como La Mujer no existe, La Locura tampoco. Las locuras se cuentan en singular. Graciela Brodsky nos recuerda que si la neurosis es un caso especial de locura se puede decir “la locura nuestra de cada día” y dado que el rechazo de goce se produce en todos los casos, la cuestión entonces es saber qué lo domestica.
La revista como brújula, cuyo norte orienta hacia el próximo congreso de la AMP, nos brinda la posibilidad de recorrer algunos sintagmas y puntos cruciales para poder aprovechar aun más el viaje. En el recorrido nos encontraremos con: la clínica universal del delirio o delirio generalizado, la despatologización, la evaporación de la clínica, la forclusión generalizada, la segunda metáfora paterna, la clínica diferencial en la psicosis, la psicosis ordinaria, lo inclasificable, la clínica de los pequeños detalles, la ironía como modalidad de interrogación que conviene al analista orientado por lo real o la idea del discurso como defensa frente a lo real exceptuando la ezquizofrenia, entre otros.
¿Que sostiene tanta producción ante la provocación milleriana?
Considero que, el deseo del analista, desde cierta posición, en la clínica singular del caso por caso, es el que planta o recoge el enigma que produce la división subjetiva, que a su vez impulsa a un sujeto a elaborar un saber, fantasmático, delirante, desde el cual podrá pescar aquel detalle sutil que ordena (o desordena) su goce.
El sinthome es lo que domestica el goce en todos los casos. La travesía de un análisis va del yo no quiero saber nada de eso a un deseo de saber, saber que orientará, en el mejor de los casos, a elaborar un hacer con el propio goce, a poner en forma la singularidad de cada quien. Cuando somos testigos del apaciguamiento del goce mortificante de un sujeto advertimos que realmente vale la pena sudar por lo singular.
El sinthome, ¿no es acaso una sutileza que sí alcanza lo real? ¿Con que artificios se domestica el goce? ¿Cómo afrontamos la debilidad mental para arribar a un real inaccesible? ¿No es acaso tan sutil la manera en que cada uno justifica lo real de la existencia como la fineza del analista que, ingenioso y perspicaz opera finamente a la utilidad de cada quien en la clínica del uno por uno?
Delirando un poco, ¿No es también todo AE, respecto de la Escuela, un provocador de deseo, un extractor de semillas que elabora productos únicos, testimoniando de su análisis lo particular de su experiencia? Considero que los AE, al tornarse analistas de su propia experiencia ofrecen como producto precisamente lo que de esa experiencia se puede, en cierto modo generalizar, aportando algo muy valioso para la formación de los analistas.
Finalmente, y para no extenderme demasiado, elijo para concluir una cita, que deja entrever varias cosas; que La locura no existe, que lo que importa es el anudamiento sutil que cada quien arma para poder vivir mejor, y que en esto el psicoanálisis es lo que se tiene en común bajo la forma de elucubración de saber sobre las marcas propias de la lengua en cada ser viviente.: “cuando queremos transmitir algo del psicoanálisis… deliramos un poco. Pero tal vez se trata de… un esfuerzo para extraer las consecuencias de una experiencia que verdaderamente nos transformó, que nos dio vuelta como un guante haciendo valer lo que es más singular de un modo de gozar” Esthela Solano Suarez, “Delirios y despertares”, en Revista Virtualia 42.