HACIA EL X CONGRESO DE LA AMP: EL CUERPO HABLANTE. SOBRE EL INCONSCIENTE EN EL SIGLO XXI
Primera actividad preparatoria –EOL Sección La Plata, 12 de diciembre de 2015
Manuel Carrasco Quintana
Para abordar el eje de esta mesa, Práctica y doctrina, tomaré la trilogía debilidad, delirio y embaucamiento centrándome en un párrafo de la conferencia que reúne con precisión esos conceptos.
“En la época del parlêtre, digamos la verdad, se analiza a cualquiera. Analizar al parlêtre exige jugar una partida entre delirio, debilidad y embaucamiento. Es dirigir un delirio de tal modo que su debilidad ceda al embaucamiento de lo real”. (1)
Miller aborda la problemática de cómo hacer para que el psicoanálisis esté a la altura de su época. Una época que es diferente a la de Freud en la que las personas aquejadas por sus síntomas, y puestas a hablar en el diván, producían una serie de formaciones del inconsciente que eran las delicias de los practicantes del psicoanálisis.
La época actual es solidaria de un goce más mudo, un goce que acompaña a los cuerpos y que no se presta tan fácilmente al juego del desciframiento. Propone llamar a esta época como la del parlêtre, en reemplazo de aquel sujeto del inconsciente freudiano, valiéndose de esta palabra agalmática en un intento de perforar “el muro del lenguaje para tratar de ceñirnos más –no digamos a lo real– a lo que hacemos en nuestra práctica”. (2)
Es un esfuerzo por salir de los caminos trillados en el que habrá que encontrar formas inéditas que respondan a la “necesidad urgente de una puesta al día de nuestra práctica”. (3)
Para ello, propone retomar la sustitución que hiciera Lacan dándole un nuevo nombre al inconsciente freudiano: el parlêtre. En ese marco ofrece uno de los pasajes que me interesa destacar ya que se refiere al eje de esta mesa.
“…analizar al parlêtre ya no es lo mismo que analizar el inconsciente en el sentido de Freud (…) Diría, incluso: apostemos porque analizar al parlêtre es lo que ya hacemos, y que tenemos pendiente saber decirlo”. (4)
Sabemos con Lacan que “es indispensable que el analista sea al menos dos” (5), el que practica el psicoanálisis, el que interpreta con su acto, y el que teoriza su práctica, el clínico. Aquí Miller propone que nos ocupemos de este último. “Tenemos pendiente saber decirlo” indica precisamente eso: mientras que el “saber hacer” alude a la práctica, el “saber decir” es propio de la doctrina.
Ahora, ¿qué es lo que propone entonces como una nueva doctrina acorde a la época? Lo dice así: “La única vía que se abre más allá es, para el parlêtre, hacerse incauto de un real, es decir, montar un discurso en el que los semblantes atrapen un real, un real en el que creer sin comulgar con él…”.
Para arribar a esta afirmación es necesario establecer un contrapunto entre dos posiciones: ser incauto de lo posible y ser incauto de lo real.
Ser incauto de lo posible, es el modo de definir a la debilidad mental a la que está condenado el parlêtre… salvo que se analice. Lacan lo decía en su “Seminario R.S.I.”, así como en otros seminarios, “el ser hablante demuestra estar consagrado a la debilidad mental”. (6)
Según esta posición, el parlêtre considera que el propio padecimiento está ligado a la contingencia, a lo accidental, a las circunstancias de la vida, al reino de lo posible; mientras que hacerse incauto de un real es intentar atrapar un real único y singular, que se sitúa como causa de aquel padecimiento. Pero, agrega que para creer en ese real es necesario tomar cierta distancia.
Me pregunto, y propongo que sea un asunto para abrir a discusión, ¿a qué se refiere con esta distancia? ¿Es posible creer en algo sin comulgar con él? Lo complejizo un poco más. Si tal como puntualiza Miller en El ultimísimo, Lacan define en el “Seminario 24” a lo verdadero como lo que se cree tal y a lo real como desanudado de toda creencia (7), ¿cómo es posible pensar esta creencia en lo real?
Finalmente, para completar la trilogía hace falta introducir el tercer elemento: el delirio. Dijimos que propone una trilogía de hierro conformada por la debilidad, el embaucamiento (o el ser incauto) y el delirio. ¿Cuál es la función del delirio aquí? Precisamente es el que posibilita el pasaje de la debilidad al embaucamiento de lo real.
Analizar es “dirigir un delirio de tal modo que su debilidad ceda al embaucamiento de lo real” (8). Es decir, que para escapar un poco al destino de la debilidad es necesario hacer un pasaje por el delirio, delirio que no es otra cosa que el análisis mismo, tal como lo adelantara Lacan en el “Seminario 24”. En ese caso uno se presta a delirar pero no cualquier delirio, sino un delirio dirigido. El real entonces establece un límite al delirio que nos aqueja a todos. Un delirio que funciona hasta el punto de llegar a hacer del azar, destino.
Finalmente, se recorta un último interrogante que dejo abierto. Ese real del que debemos ser incautos, ¿es introducido por el psicoanálisis o ya estaba allí y hay que recortarlo en el recorrido del análisis?
Por último, la reformulación de la práctica no puede dejar indemne a la interpretación. Si ya no hay verdad a develar sino que la verdad se revela necesariamente mentirosa, cabe preguntarse qué clase de interpretación le conviene a esta práctica. Hay un desplazamiento de la verdad al goce que afecta a la interpretación. Si ésta es solidaria del inconsciente, y si ambos lo son del sentido, entonces el analista deberá interpretar en contra del inconsciente mismo. Esta va a ser la propuesta de la última enseñanza de Lacan, que retoma Miller en esta conferencia, con la idea de que la interpretación no debe apuntar a la verdad sino al goce, es decir al cuerpo en tanto hablante.
Notas bibliográficas:
(1) Miller, J.-A.: “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Revista Lacaniana n° 17, Grama, Buenos Aires, 2014, pág. 32.
(2) Ibíd., pág. 22.
(3) Op. Cit. (1)
(4) Op. Cit. (1), pág. 27.
(5) Lacan, J.: “El seminario, libro 22, R.S.I.”, clase del 10-12-74, inédito.
(6) Ibíd.
(7) Miller, J-A.: El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág. 101.
(8) Op. Cit. (1), pág. 32.