LA LOCA DE DURAS. Tercera noche de biblioteca. 11 de octubre
Eugenia Straccali
Escribir es una larga letanía, un conjuro, un grito, un arrebato para Marguerite Duras, como dice el último poema de Chantal Maillard en su libro “Matar a Platón”: “escribir para decir el grito / para arrancarlo / para convertirlo / para transformarlo / para desmenuzarlo / para eliminarlo / escribir el dolor/”. (1) Es una versión lírica del libro “Escribir” de Marguerite Duras, que también tiene las modulaciones del aullido. Escritura-revuelta-antiromántica, escritura que duela las imágenes cristalizadas de las mujeres que cantan como sirenas. Comenta la autora en “Escribir”:
“…aunque la escritura este? ahi?, dispuesta a aullar, a llorar no se la escribe. Son emociones de esta i?ndole, muy sutiles, completamente imprevisibles, las que pueden anidar vidas enteras en el cuerpo. Eso es la escritura. Es el tren de la escritura que pasa por vuestro cuerpo. Lo atraviesa. Pero ahi? es de donde se parte para hablar de esas emociones difíciles de expresar, tan extrañas y que sin embargo, de repente, se apoderan de ti”. (2)
¿Qué sucede cuando no puede articularse un lenguaje? ¿Cuándo los discursos que sostienen al mundo no pueden sostenerse? ¿Cuándo lo real se abre y se pliega y no puede soportarse? ¿Cuándo el sujeto reconoce su precariedad de no saber, su contingencia efímera como el sentido de un poema y su devenir no discurso?
¿Qué respondería Duras? Hay que esperar sin buscar, el instante propicio para arrebatarse, incinerarse, ser cenizas de significantes quemados en el fuego, robados a un relato apócrifo de infancia. Esperar en el silencio que aparezcan otros lenguajes que no estén amalgamados al paradigma lingüístico. Silencio como potencia contra los binarismos y jerarquías del pensamiento.
No puede decirse lo que se desconoce, y menos desde esa posición muerta de los enunciados pragmáticos, institucionalizados. Escribir un guión de cine que es un “delirio perfecto”, es decir que emerge cuando ya no hay nada para decir o no se puede pronunciar. Hay que esperar que llegue la música, que irrumpan las voces -arrebato que entra por el cuerpo- cuerpo pasaje de sonidos, de sentidos astillados, inconclusos, mudos. “La escritura es lo desconocido, antes no sabemos los que vamos a escribir”, después tampoco sabemos lo que escribimos. Dice Duras:
“Hablo del escrito. También hablo del escrito incluso cuando parece que hablo del cine. No sé hablar de otra cosa. Cuando hago cine escribo, escribo sobre la imagen, de lo que tiene que representar, de mis dudas respecto a su naturaleza. Escribo acerca del sentido que tiene que tener. La elección de la imagen se hace luego, es una consecuencia de este escrito. El escrito de la película, para mí, es el cine”. (3)
Hay que escribir y destruirse, deconstruirse, para desde los restos reconstruir, componer otras imágenes posibles que toquen la experiencia al menos como la vibración de “una campana de cristal”. Escribir a pesar de las líneas de fuga de la subjetividad o la diseminación de los sentidos descontrolados. Duras escribe con arrebato por eso deviene fragmentaria su “escritura del desastre”.
La escritura también es ventriloquia para Duras, como para Virginia Woolf y para Chantal Maillard: voz aullido que no se sabe de dónde proviene, pero se despliega y repara la escena reumática, la desgarradura antigua, cicatriza la herida en la lengua o de la lengua materna.
Destruirse para escribir en la misma deconstrucción. En la subversión, desde el no discurso. No hay narración hay voz sin origen. No hay argumento, ni hay explicación que pueda quedarse con la verdad de una escena, de un hecho, de una historia contada por otros.
En la novela “El arrebato de Lol V. Stein”, Marguerite Duras presenta una obra marcada por la circulación de intensidades del personaje principal, que no puede permanecer mucho tiempo centrado bajo el orden de un nombre, una biografía o la aparente inmediatez de su cuerpo extensivo, sino solo a condición de movilizar un desarreglo que impida cualquier anclaje. Dicha transitoriedad de las partículas personales arrastra también a las personas gramaticales implicadas en toda escritura, empezando por el “yo” que firma un escrito con su narrador hipostasiado. Podría ser de otra manera, pero parece que solo un “yo” en retirada permite que lo múltiple pase por el texto, que el texto sea llevado por la pasión de la diferencia. Sin embargo, se identifican algunas huellas yoicas en danza. De lo contrario, cualquiera podría advertir que la ausencia del “yo” es apenas una denegación. Resulta complejo desestratificar la lengua, la gramática subvertida en este libro, esto se evidencia en el impulso de Duras por construirse como una escritora descreída del “yo”, ya que propone una variedad de personajes con puntos de vista disímiles. Pero la existencia de varios centros no produce un descentramiento, tan solo multiplica los puntos de bloqueo. Por eso, los flujos de intensidades que descentran la mirada del personaje no circulan por subjetivaciones intermitentes, sino por individuaciones dinámicas, devenires o velocidades que se deslizan en una zona de variación permanente.
Escribir es el acto o poiesis de una experiencia asombrosa y propicia la alquimia del dolor. Lenguaje del grito, del gesto, del borde del vestido que se mueve en una danza sin cuerpo, danza del deseo, retornello que no se encuausa nunca, se suspende, escribir sin saber qué se escribe, escribir-anacronismo, lirizar en vez de representar el mudo. Según Deleuze:
“(…) para Duras, el acto de habla a alcanzar es el amor eterno o el deseo absoluto. Él es quien puede ser silencio, o canto, o grito, como el grito del vicecónsul en India Song. Él es quien rige la memoria y el olvido, el sufrimiento y la esperanza. Y sobre todo él es la fabulación creadora coextensiva a todo el texto del que se arranca, constituyendo una escritura infinita, una lectura ilimitada más profunda que la lectura”. (4)
El arrebato es un estado fugaz pero definitivo, es una fuerza que subleva un orden que no va a retornar igual, sublevarse, escribiendo arrebatarse, enloquecer, abismarse para entusiasmarse con la escritura. Como afirma Duras destruir no es más que un murmullo u otra forma de habla que se desentiende de la comprensión.
Arrebatamiento es también la enajenación que producen las pasiones, el pathos, el amor, el éxtasis. Escribir / delinquir / subvertir / delirarse ¿para no morir?
Escribir para resucitarse, sobrevivirse, escribir un guión entre las ruinas de Hiroshima. Sin retórica, sin gramática estructuralista, sistémica, cristalizada. Escribir desde la retoricidad de una voz desujetada como señala Paul de Man hablando de la literatura y la resistencia a la teoría. Dice Duras:
“Debería existir una escritura de la no escritura. Un día existirá una escritura breve, sin gramática, una escritura de palabras solas. Palabras sin el sostén de la gramática. Extraviadas. Ahí escritas y abandonadas de inmediato”.
Escribir para resucitarse, sobrevivirse, escribir un guión entre las ruinas de Hiroshima. Sin retórica, sin gramática estructualista, sistémica. Escribir desde la retoricidad de la voz señala Paul de Man hablando de la literatura y la resistencia a la teoría. En una entrevista con Yvonne Baby (Le Monde 17 de septiembre de 1969) comenta Marguerite Duras:
“MD – Es como el deshielo de una superficie de agua, brutal, como algo que se rompió de golpe. Yo ya había mirado a mi alrededor, ya sabía que todo era mentira, pero entonces puedo decir que viví corporalmente esa fantástica mentira. Sólo la locura quedaba a salvo.
Y.B – ¿Qué tipo de locura?
M.D -Toda la locura (…) La locura me da esperanza, Es que el mundo se torna cada vez menos soportable”.
A partir de esas palabras de Duras, comentaremos como escribir o la escritura deviene espera soportable. La posibilidad de hacer sentido transitorio, es decir, producir nuevos sentidos, rizomáticos y en constante desterritorialización. Modelizar el mundo, permite pararse frente a la muerte, repararse y aullar. La reparación creativa terminó por convertirse en una especie de ejercicio de la de la locura y de la esperanza.
Para terminar, volvemos a Blanchot para pensar la dialéctica escritura/arrebato en su “El paso (no) más allá”:
“Escribir arrastra, arranca, por la plural dispersión de su práctica, todo horizonte y todo cimiento, arrastrando con un arrebato que no tiene tiempo de desplegarse, que puede, por lo tanto, ser calificado de súbito, lo mismo que una marca que no tendría tiempo (disponiendo de todo el tiempo) de dejar huellas, arrastrando el límite que no es tal más que por la exigencia de un [‘siempre ya’], prohibido a causa de la transgresión o infranqueable si, o desde que, ya es franqueado e inmediatamente, y al mismo tiempo, apartado de todo franqueamiento (de toda franqueza). El [‘aún no’] del pensamiento, el [‘siempre ya’] de la escritura, se inscriben de acuerdo con los intervalos que ambos mantienen o ponen al descubierto, pero que no se superponen” (5).
Notas
(1) Maillard, C.: Matar a Platón, Tusquets, Madrid, 2004.
(2) Duras, M.: Escribir, Tusquets, Madrid, 2003, pág. 83.
(3) Ibíd., pág. 34.
(4) Deleuze, G.: Crítica y clínica, Anagrama, Barcelona, 1996.
(5) Blanchot, M.: El paso (no) más allá, Paidós, Barcelona, 1994, pág. 87.
Referencias bibliográficas
Blanchot, M.: El libro por venir, Trotta, Madrid, 2005.
Blanchot, M. La conversación infinita, Arena Libros, Madrid, 2008.
Deleuze, G.: Diferencia y repetición, Amorrortu, Buenos Aires, 2002.
Deleuze, G.: Lógica del sentido, Paidós, Barcelona, 2005.
Deleuze, G: Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (1975-1995), Pre-Textos, Valencia, 2008.
Fernández Baggiani E. M., El Arrebato de Lol V. Stein de Marguerite Duras https://bibliotecaoscarmasotta.com.ar/2017/09/12/el-arrebato-de-lol-v-stein-de-marguerite-duras/
Rangel S, La escritura especular – A propósito de Marguerite Duras – http://correspondenciascine.com/2019/04/la-escritura-especular-a-proposito-de-marguerite-duras/