Cuando algo pasa. Ecos y efecto de formación

ECO DEL XI CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN MUNDIAL DE PSICOANÁLISIS: LAS PSICOSIS ORDINARIAS Y LAS OTRAS, BAJO TRANSFERENCIA –Barcelona, 2 al 6 de abril de 2018

 

 

 

Andrea B. Perazzo                             

 

En los congresos pasan cosas. Para que algo pase, hay que estar allí en cuerpo presente, un cuerpo sensible donde resuenen los ecos de las palabras que lo afectan. Y para transmitir las resonancias, hace falta tiempo.

 

 Un tiempo antes

Previo al congreso, un tramo de análisis. Allí, unas palabras tomaron cuerpo, resonando: “me da aire cuando se constata del agujero en el saber.  Eso me anima, y causa al trabajo”.

 

El tiempo del Congreso

Ya en la jornada de la Cita con el Pase, la sorpresa vendría a mi encuentro al escuchar allí que, para que algo pase, se necesita del agujero, dejar agujeros para que los AE digan lo que quieran, encuentren su manera de decir lo singular, y quieran decirlo a la Escuela. El agujero, el querer decir y el “no hay última palabra”, significantes que resonaban desde el comienzo aportando una bocanada de aire.

Llega la Apertura del XI Congreso de la AMP, con su título: “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”. El sintagma “psicosis ordinaria” propuesto por Miller, y el “bajo transferencia”, daban lugar a un intenso trabajo epistémico, clínico y político.

El énfasis estuvo puesto en no olvidar que las psicosis ordinarias son psicosis, donde el estatuto del Otro está puesto en cuestión, y por ende la transferencia. Entonces ¿qué lugar para el analista en la transferencia cuando el psicótico es quien detenta el saber?; ¿qué lugar para la transferencia en la última enseñanza de Lacan, donde este concepto se encuentra ausente? Desde la perspectiva de la época del Otro que no existe, el interrogante se amplía, no sólo con los casos de psicosis ordinarias y extraordinarias, sino también a la clínica actual, donde la suposición de saber brilla por su ausencia.

Las psicosis ordinarias, y los testimonios de pase, nos aportan una gran enseñanza sobre cómo deviene la transferencia cuando el Otro se ha destituido, y las soluciones singulares inventadas frente al agujero de la “no relación sexual”.

Escuchamos en la excelente jornada clínica, diferentes casos que testimoniaban de los buenos efectos producidos en el encuentro del sujeto psicótico con un analista. Sólo bajo transferencia se perciben y se captan los signos discretos de las psicosis, de ahí el “no retroceder ante las psicosis”, “no retroceder en la transferencia”, comienza a hacer eco en las diferentes ponencias, brindándonos algunas pistas para orientarnos en esta tarea de gran responsabilidad a la que somos convocados, el lugar que ocupamos como analistas con cada sujeto, cada vez. El psicoanálisis no es una técnica, es una ética, y nos toca reinventarlo, para ello vamos de la práctica a la teoría, hacemos teoría de una práctica viva y renovada. Por lo tanto, a dejarse enseñar por la psicosis, aprendiendo de sus recursos; a dejarse sorprender por las soluciones singulares, inventos, cuando el Nombre del Padre no ha operado, para mantener juntos real, simbólico e imaginario. Tendremos que estar muy atentos a qué posición conviene ocupar en la transferencia, siendo fundamental junto a la presencia y el acto del analista, el uso de la prudencia, la discreción, el compromiso, la flexibilidad, y especialmente la docilidad.

¡Los sujetos psicóticos llegan a los consultorios y también esperan algo del analista! Nos corresponde hacer algo. En este punto, Guy Briole en uno de los Textos de Orientación del Congreso (1), nos orienta muy bien cuando plantea que al analista le corresponde “animar” la sesión, por ejemplo, recortando un significante, dignificando la palabra del sujeto, interesándose por lo que dice para que esa palabra no decaiga, siempre con el máximo tacto para decidir qué significante privilegiar y cuál no. El analista está más del lado del hacer, operando con lo que es, y con una parte de semblante. Laurent planteaba el lugar del analista como “un hacer verdadero” (2).  A nosotros también nos toca inventar.

Formarse en la maniobra de la transferencia con un partenaire de goce, será el faro para orientarnos en la psicosis y en la clínica actual.  Esto me lleva a recortar dos puntos planteados en la asamblea general de miembros, uno planteado por G. Briole sobre la acción política que hay que hacer, y es que esté centrada en la formación del analista. Controlar nuestra actuación cada vez. Y otro, sobre cómo continuar haciendo presente el discurso analítico, planteado por L. Gorostiza quien enfatizaba que el discurso que vencerá será el discurso al cual sirvamos. Si el discurso analítico introduce un imposible, la conversación es uno de los lugares donde el discurso analítico puede tener su lugar, se conversa alrededor de un agujero en el saber, posibilitando que cada uno diga. El aire se volvía a sentir.

 

Tiempo después, un control. Entre la prisa y la espera

Llevo a control mi dificultad en la maniobra de la transferencia con una joven con la que tuve pocas entrevistas, la cual no cesaba de hacer acting out y pasajes al acto, poniendo en riesgo su vida todo el tiempo. Ubico la importancia en este caso, de la responsabilidad del analista en dosificar los dichos de la paciente con el corte de sesión, hasta verificar si había un sujeto, y calcular lo que pudiera escuchar y lo que no, por el riesgo que implicaba la respuesta con un acting out. Fue necesario aquí introducir la espera a que se produzca un sujeto, para que no se multipliquen aún más los acting out. Control de la posición del analista en la transferencia para no obstaculizar los análisis, verificando el lugar que ocupamos para cada paciente. Análisis de control que nos remite a una ética, donde las marcas del congreso volvían a resonar.

 

Aún…

Queda el aire, y el agujero, causándome a querer transmitir hoy, en este pequeño escrito, las resonancias del impacto que han tenido algunas palabras, y de sus efectos producidos en el anudamiento entre el análisis, un congreso y un control.

También queda, el “animarse a…”, y el “formarse de …”, marcas de un trabajo vivo, que perturban mi comodidad, provocando a la vez una chispa de despertar para tener más presente que nunca que nuestro hacer requiere de una formación constante y continuada, indispensable para que cada uno trate su “no querer saber nada de eso”. Posición analizante de la que uno no se jubila ni se toma vacaciones y por sobre todo, anima a lo que está por venir.

 

 

 

Notas: 

(1) Briole, G.: “Clínica continuista, bajo transferencia”, Textos de orientación, en XI Congreso de la AMP, https://congresoamp2018.com/textos/clinica-continuista-transferencia/, 2018.

(2) Laurent, E. “Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia”, XI Congreso de la AMP, (Traducción no revisada por el autor en: https://psicoanalisislacaniano.com/disrupcion-del-goce-en-las-locuras-bajo-transferencia/) Barcelona, 2018