CONVERSANDO CON… Verónica Escudero, Christian Martín, María Adela Pérez Duhalde, Mariano Peiró, Mariana Isasi y Mariella Lorenzi

Intervención Verónica Escudero

Retomo dos resonancias de la primer Noche de Directorio. La primera, lo dicho respecto
del deseo del analista como lo que introduce algo de la dimensión del no todo. “Leer de
otro modo”, “leer en la pendiente de las palabras” ¿es una orientación desde el inicio de
cualquier tratamiento?.

Por otro lado, otra resonancia de la noche, fue lo que se introdujo en la conversación
respecto del significante que queda recortado a partir de una intervención, y se formuló
como pregunta: ¿fue un significante del analista o del analizante’. Lo cierto es que parece
haber servido al sujeto – o el sujeto se ha servido de él-, para drenar algo del goce
enloquecido y mortificante, introduciendo una posibilidad de lazo. ¿Es un significante que
da una armadura imaginaria?, ¿es el lazo del tipo fenómeno otaku?.

Sin desconocer la distancia que existe con el material clínico, quisiera mencionar la
referencia al decir, tal como Lacan lo trabaja en el Seminario 21 (1). Allí señala que “no
toda palabra es un decir”, y reserva el correlato del decir al acontecimiento. El decir anuda,
y es del sujeto, aunque los significantes vengan del Otro. El efecto de acontecimiento de un
decir se verifica en el efecto de anudar un “pedúnculo” de saber inconsciente que permite
que la resonancia tenga efectos de goce.

Nota:
(1)Lacan, J. Seminario 21, inédito. Clase 4, 18/12/1973

Intervención Christian Martín

Dos cuestiones acerca de lo que anuda un cuerpo

Destaco dos aspectos de la vibrante conversación clínica para retomar mi propia
intervención. Se trata de una presentación por fuera de las coordenadas del nombre del
padre, con claros desarreglos a nivel del cuerpo. Me interesó la vía del deseo del analista y
su posición en la perspectiva que abre la última enseñanza de Lacan.

Si bien en la discusión se recorta una intervención como decisiva acerca del efecto
enigmático que le permite un anudamiento del cuerpo a la joven, me interesó puntualizar en
qué podía precisarse esa operatoria. Se fueron relevando distintas intervenciones,
maniobras de la analista, que invitan a pensar acerca de la dimensión articulable de esa
posición con un amor en tanto real, como aquello que puede incidir a nivel de la
transferencia. (1)

Esta primera cuestión me parece relevante para dar paso a la siguiente: qué valor otorgarle
al significante, recortado del material, que permite a esta joven una experiencia de goce
vivificante, participar de un lazo. No es un significante, según se sigue, que le viene del
Otro, en la línea del ideal del yo. ¿Qué función cumple entonces? No del orden de un
determinismo identificatorio, sino al parecer por su valor de obtener una consistencia
corporal por su relación a un goce, la de darle un contorno a su imaginario corporal. Los
desarrollos del seminario 23 de Lacan, sobre Joyce, dan toda su orientación a estos
interrogantes abiertos.

Notas bibliográficas:
(1)Alejandra Gorriz menciona al respecto el trabajo de una de  las duplas de investigación, “No-todo y
política en la cura”, en las últimas jornadas de la Sección, “El analista y el no-todo”, responsables Verónica
Escudero y Gabriel Tanevitch.

Intervención María Adela Pérez Duhalde.

Frente a la gravedad del caso, en donde la preocupación por la integridad física de quien
consulta se da a ver y preocupa de manera inquietante a su entorno y a quienes atienden el
asunto, la analista interviene a contracorriente. Entiendo que no se deja tomar por su
preocupación, para introducir la lectura que conviene. Pienso que ese desapego es clave.
Permitirá recuperar un detalle, casi dicho al pasar, y que oficiará de brújula. Brújula que
comandará el viraje del fundamentalismo mortífero a una “militancia vital”, tal como lo
nombra Belén. Podría sonar a disparate, pero no. O justamente sí, disparate, en el sentido de
lo dispar, de lo que no es común pero que capta el goce en juego. Un “cuerpo sustentable”
empieza a armarse y sostenerse, no desde el para todos de los cuidados y del atender a la
necesidad sino desde algo propio en donde el sujeto emerge, convocado a tomar posición.

Intervención Mariano Peiró.

Sobre el cuerpo en la última enseñanza.

Noche muy especial, de reencuentro post pandemia. ¿Qué mejor que una noche clínica
propuesta por el Directorio llamada “Clínica del no-todo ¿Cómo se analiza hoy”? El
material, exquisitamente presentado por Belén Zubillaga y  comentado de gran forma por
Paula Vallejo y Alejandra Gorriz, dejó ver la gravedad de la paciente, los múltiples fracasos
frente al intento de sostener un cuerpo más allá de la identificación al Nombre del Padre.
Ubicado el caso en las coordenadas de una topología de nudo borromeo, abro lo que para
mí es una de las preguntas fundamentales sostenida por Lacan en su última enseñanza:
cómo se tiene un cuerpo desde la perspectiva del sinthome. Ni una amiga en su copia-
identificación, ni un ideal bien moderno, como así tampoco un marcado y persistente
síntoma logran anudar para ella un mundo donde sostener su imaginario corporal. Pero de
pronto, como constatamos en muchos otros casos y no sin una intervención crucial de la
analista, aparece un “de repente”, un significante novedoso que no le viene del Otro y
produce un cambio radical en el modo en que sostiene el cuerpo en las escenas. Nuevo
armado de su mundo, con una clara vivificación me interrogan por el goce que ello implica.
¿Cómo entender la noción de síntoma en tanto acontecimiento de cuerpo si no es a través
de una experiencia de goce por la cual se siente que se lo tiene?.

Intervención Mariana Isasi.

La primera noche de Directorio del año, tuvo dos condimentos especiales: fue clínica y
presencial. Belén Zubillaga compartió un caso de su práctica que tuvo el mérito de
provocar una conversación de la que hemos aprendido y disfrutado.
Me interesó especialmente un señalamiento que la analista realiza y su efecto. La
intervención recae sobre el desbalance que había en alguien que no podía ocuparse de su
cuerpo y que sí manifestaba un cuidado dirigido al planeta.
La cuestión del “cuidado” me recordó a una vieja conferencia de F.Leguil en la que rescata
de la historia de la Medicina una tradición que pone en equivalencia la acción curadora con
el cuidado del cuerpo. La vertiente del “cuidado” incluye dos dimensiones: una más ligada
a la consideración del sujeto que porta la enfermedad y que involucra la escucha del médico
y otra, más bien intervencionista que se dirige a la enfermedad. La Medicina moderna ha
ido separando ambas vertientes al punto de optar por privilegiar la segunda, esto es, la
acción médica cada vez más tecnificada. Queda excluida la vertiente clínica del cuidado del
sujeto enfermo, lo cual es muchas veces considerado terreno de la Medicina Paliativa o la
psicoterapia. En ese punto, se puede subrayar una doble destitución subjetiva que no solo
recae sobre el sujeto enfermo sino sobre el sujeto médico. Sustitución del acto médico por
procedimientos automáticos.
Esta referencia, se inspiró en un detalle clínico, que deja claro que cuando alguien no cuida
su cuerpo muchas veces es señal de que la relación con el mismo no es pertenencia o 
propiedad. Sin embargo, gracias a la responsabilidad que propone el cuidado del planeta, el
sujeto sí puede cuidar su imagen corporal por una vía que se asemeja a la del influencer o
del marketing. Un cuidado del cuerpo que  pasa menos por el amor propio que por el
compromiso con la causa colectiva. Indirecto, sí…pero cuidado al fin.

Intervención Mariella Lorenzi.

Conmoción del rigor y el rechazo.
El aislamiento provocado por la pandemia, y el pasaje a las entrevistas virtuales agravó en
muchos casos las condiciones de vida de los sujetos, más aún, en algunos adolescentes que
estaban justo en el momento de incursionar por nuevos caminos más allá de lo familiar. La
Primera Noche de Directorio, nos reunió en torno de un caso en el que se pusieron sobre el
tapete las vicisitudes de lo femenino, en el marco de los nuevos tratamientos que la época
ofrece como solución frente a lo imposible de nombrar. Lo virtual hizo que la voz, casi
imperceptible, y la mirada fija, sin el encuentro y la ceremonia de la sesión, llevaran a la
analista a preguntarse cómo continuar. Rápidamente, la intervención a modo de elección
forzada, llevó al sujeto a tener que tomar una decisión que implique otro estilo de vida. La
apuesta analítica permitió conmover, aunque no del todo, el rigor y el rechazo que
comandaban la vida del sujeto. Finalmente, el análisis supo sortear un verdadero callejón
sin salida, al extraer al sujeto de la encerrona binaria de ser nombrado como su madre, o
bien como su padre, inaugurando de ese modo una puerta de salida orientada por una
sutileza que el análisis supo rescatar.