Clínica, política y ética en torno a la Debilidad Mental

La práctica analítica, entre locura y debilidad mental. ¿Todos débiles mentales? Segunda Noche de Directorio. 12 de julio 2023

Mariana Isasi

Tal como lo ha presentado Marisol Gutiérrez –Directora de nuestra Sección–en la primer Noche de Directorio, hemos decidido para este año trabajar orientados por el próximo Congreso de la AMP, a realizarse en febrero de 2024, “Todo el mundo es loco”. Para abordar el tema a lo largo del año tomamos como inspiración un recorte de la conferencia de Miller “El inconsciente y el cuerpo hablante” (2016): “Ser incauto de un real –lo que yo alabo– es la única lucidez al alcance del cuerpo hablante para orientarse. Debilidad – delirio – embaucamiento, tal es la trilogía de hierro que hace resonar el nudo de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real. […] Analizar al parlêtre exige jugar una partida entre delirio, debilidad y embaucamiento. Es dirigir un delirio de tal modo que su debilidad ceda al embaucamiento de lo real”. (1)
A cada Noche de Directorio le hemos asignado un término de la trilogía. En la primera, abordamos la locura, esta vez es el turno de la debilidad mental y más adelante, en la última, nos abocaremos al embaucamiento de lo real, o mejor dicho, al dejarse embaucar por lo real.
Para comenzar, quisiera decir algo acerca del porqué el signo de interrogación en el título de este encuentro. Tiene que ver con el hecho de que las referencias que se pueden encontrar son múltiples y –a veces más, a veces menos– heterogéneas entre sí. Entonces, según sea la referencia, cabe el “todos” y en otras, no.
Por ese motivo, resultó conveniente hacer el intento de armar un mapa/rompecabezas que señale qué versiones de debilidad mental hemos encontrado por el momento.

Al menos tres usos de la debilidad mental en Lacan: Las primeras menciones aluden a un tipo de manifestación clínica (Lacan habla de “el débil mental”) que comparte con la psicosis determinado accidente en el campo del lenguaje. Esto es, la holofrase entre S1 y S2 en el Seminario 11. (2) Más adelante, a la altura del Seminario 16, subraya para el débil mental determinada relación con la verdad y una pregunta alrededor de lo que llama su “viveza”. (3) Lacan no apunta a la particularización alrededor de algún trastorno del desarrollo neurológico, sino a una determinada manera de habitar el campo del Otro y el lenguaje.
Es en el Seminario 19 donde se puede registrar un viraje en la perspectiva de la debilidad mental si bien allí conviven al menos dos usos diferentes de la noción. El primero, sigue la línea de seminarios anteriores (en tanto manifestación clínica particular): “Llamo debilidad mental al hecho de ser un ser hablante que no está sólidamente instalado en un discurso. Eso es lo valioso del débil […] un poco despistado, entre dos discursos, fluctúa”. (4) Cinco clases más tarde, y de manera contundente, la falla de la mentalidad consiste en una generalidad que atañe por default a todos los seres hablantes: “Se dice que no hay la enfermedad mental […] como entidad nosológica […] la enfermedad mental no es en absoluto entitaria. La mentalidad es más bien lo que tiene fallas”.(5)
Esa línea, la que acentúa a la debilidad de la mentalidad como condición universal del parlêtre, va a continuar en los Seminarios 21, 22 y 23. En el “Seminario 21”, queda ligada a la captación bidimensional, chata del espacio: “habitamos el flat land (6) y a la pasión por comprender el sentido. En el “Seminario 22” la debilidad mental sigue ligada al registro imaginario y al cuerpo en tanto punto de partida ineludible. Por su parte, Lacan atestigua que no espera “salir de ningún modo de esta debilidad mental”.(7) En el Seminario 23 reitera esa no espera. Y otra vez vincula lo débil de la mentalidad al alcance que le da el registro imaginario y la adoración del cuerpo. (8)
Si dirigimos la atención a las declaraciones de “no esperar salir de la debilidad mental”, podemos encontrar los antecedentes de la elección forzada donde lo que no se elige, sin embargo, permanece. Me refiero a la que propone en el “Seminario 24”: “Entre locura y debilidad mental no tenemos sino que elegir”.(9) Elección nos remite a la ética y esta a determinada “orientación de la ubicación del hombre en relación con lo real”.(10) Si seguimos esta línea, la opción por la locura o la debilidad mental atañe a la posición que se asume frente a lo real.
Según lo localizado en este recorrido, podemos hablar de al menos tres usos de la debilidad mental en Lacan. 1) Desde una dimensión particular, cuando se refiere a una forma clínica, 2) Desde una dimensión universal, la versión de la condición fallida de la mentalidad y 3) Desde la dimensión del uno por uno, la elección por locura o debilidad mental.
En el año 1975, a la altura del Seminario 23, cuando parecía que Lacan estaba muy lejos de la psiquiatría clásica, llega la “presentación de enfermos” (dispositivo renombrado recientemente como “testimonios clínicos”) de la Srta. B. En esa instancia, propone la categoría kraepeliniana de parafrenia imaginativa. Sin embargo, al mismo tiempo reflexiona acerca de la dificultad para que tal presentación cristalice en una categoría identificable. La incluye en la serie de “esos locos normales” y agrega una frase enigmática: “es la excelencia de la enfermedad mental”.

Srta. B precursora de la psicosis ordinaria y de la nueva clínica: A partir de este caso Miller, ha construido reflexiones muy variadas (con 45 años de distancia). La primera, cuando –dos años después, en el 77– ensaya una nueva distinción clínica –no estructural– entre las enfermedades del Otro y las enfermedades de la mentalidad. Estas últimas se inspiran en el caso de la Srta. B, donde la debilidad consiste en no estar inscripta en ningún discurso, en tratarse de un ser de puro semblante cuyas identificaciones no precipitaron en un yo y donde no hay un significante amo que venga a darle lastre.(11) A entender de Miller las enfermedades de la mentalidad hicieron eco en lo que más adelante llamó “psicosis ordinarias”, psicosis que “no cobran forma”. (12) En el marco de la presentación del libro Lacan redivivus, el año pasado, retoma aquella frase enigmática de Lacan sobre la excelencia de la enfermedad mental y afirma que “lo mental en sí mismo es una enfermedad. Lo mental es flotante, incierto, se resbala, es de orden imaginario. Porque la enfermedad, sería la esencia misma de lo mental, y esta está condenada a lo imaginario –que es resbaladizo– el sujeto debe agarrarse a lo simbólico, al significante para fijar un orden […] que haga que lo mental se mantenga unido”. (13)
En esta ocasión, la Srta. B. inspiró a Miller para reversionar la debilidad mental desde cierta “renuncia a la clínica”, habla entonces en términos de “despatologización lacaniana”, un universal afín al “todos locos”. Si la clínica se caracteriza por distinguir tipos de síntomas, “Lacan escucha en la Srta B un estado preclínico (…) La despatologización lacaniana consiste en referirse a un estado del sujeto anterior a los modos de fijación de la enfermedad mental según las cuales distinguimos: psicosis, neurosis, perversión. Cada uno de nosotros tenemos nuestro estado fundamental, preclínico. Básicamente todos somos iguales frente a la debilidad mental”.(14) El universal lacaniano de “todos locos o todos débiles” pertenece a la base común llamada “psicosis generalizada” sobre la cual se asientan las formaciones regulares (psicosis, neurosis, perversión).(15) Un universal que vale como declaración de igualdad y a su vez se deriva de cómo Lacan fue definiendo al parlêtre.
Si tenemos en cuenta que “la clínica no es natural sino cultural” (16) y sufre transformaciones, se puede pensar en este resurgimiento despatologizador lacaniano como herramienta política a la hora de conversar con los discursos actuales. Donde el sujeto goza del derecho a autodespatologizarse y ve en la segregación intrínseca a la clínica una intención antidemocrática, Miller propone docilidad y una clínica “con una idea más fina y depurada”. (17) Esto fue dicho en el 2021, en el auge del año trans.
Hace ya 27 años, en el curso El Otro que no existe y sus comités de ética, Eric Laurent y Miller instalaron la figura de la debilidad generalizada, una versión de la debilidad que incluye una lectura de la civilización. La misma involucra no solo al sujeto que flota entre discursos sino también al discurso del Otro en tanto fluctuante, fragmentado. (18) Se trataría de una “debilidad ambiente” que no excluye su locura, en tanto las llamadas minorías universalizan (19) su particularidad. Un ejemplo nos presenta Paul B. Preciado en el punto en que propone la transición como siempre reversible: “la supuesta unidireccionalidad de este viaje es una de las mentiras normativas del relato psiquiátrico y psicoanalítico. En un proceso de devenir trans es completamente posible volver a ser mujer, o a ser otra cosa, si fuera necesario o deseado”. (20) La reversibilidad sin fin se acompaña de un nada es imposible que suprime el stop de lo imposible como figura de lo real. Actualmente puede ser muy común que se presenten transiciones de la identidad como signo de la flotación entre identificaciones, pero desde una posición que recuerda al loco hegeliano, esto es, que impone su propia ley del corazón y busca aplicarla en todo el mundo. Debilidades que se revelan como locuras, señoritas B que viran a Paules Preciados o viceversa, ¿estamos preparados para esa clínica?

La ética que asume la debilidad mental: Para volver a la cita puntapié, que incluye una dirección de la cura: ¿cómo hacemos para dirigir un delirio de tal modo que su debilidad ceda al embaucamiento de lo real, si justamente lo real es lo que está cada vez más cancelado? Creo que una manera de elucidar esa orientación, es considerando la última versión de debilidad mental que recorto, y es la que incluye determinada ética en la posición del analista.
Al retomar la elección que plantea Lacan entre locura y debilidad mental, Miller se inclina por esta última en tanto implica un “no ir hasta el final o hasta las últimas consecuencias” con nuestras ideas, y así “sostenerse en zonas de vacilación” no por buscar el confort, sino “respetar lo que no encaja”.(21)
Elegir la debilidad mental (22) implica nada más y nada menos que “asumirla”, y de esa manera reconocer lo “irremediable de una condición heredera de otras como la spaltung, la castración, el no hay relación sexual”. Se trata de “un no saber hacer con” radical que hace del ser hablante un desorientado en el mundo porque “su libido es narcisista y su cuerpo está enfermo por el lenguaje”. A diferencia de los animales, “la debilidad mental no coloca al ser hablante en relación con lo real”. (23) De ahí que la posición que se tome respecto de lo real, marca determinada ética.
Por último, no salimos de la debilidad mental, se la elija o no. Asumir cuál es nuestro margen, marca una orientación y nos invita a interpelar nuestra práctica cada vez. En eso estamos y eso intentaremos poner en juego esta noche.

Notas

(1) Miller, J.-A.: “El inconsciente y el cuerpo hablante” Conferencia de clausura del IX Congreso de la AMP, en Scilicet El cuerpo hablante, Grama, Buenos Aires, 2016, pág. 34.
(2) Lacan, J.: El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1995, pág.246.
(3) Lacan, J.: El Seminario, libro 16, De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, pág.162.
(4) Lacan, J.: El Seminario, libro 19, …O peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág.129.
(5) Ibid., pág.220.
(6) Lacan J.: “Seminario 21: Los no incautos yerran”, Clase 20/11/73. Inédito.
(7) Lacan, J.: “Seminario 22:RSI”, Clase 10/12/74. Inédito.
(8) Lacan, J.: El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, pág. 38 y 64.
Como consecuencia de la disyunción entre los tres registros, el pensamiento se reduce a un yerro ineliminable y es incluido en la debilidad mental. A lo largo del “Seminario 24” la debilidad mental sigue sumando términos a su definición: las palabras y el discurso. A su vez el Inconsciente es definido en términos de “enfermedad mental” (referencias de Hacia un significante nuevo)
(9) Lacan, J.: “Seminario 24: L´ insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre”, Clase 11/1/1977. Inédito.
(10) Lacan, J.: El Seminario, libro 7, La ética del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1997, pág 21.
(11) Miller J.-A.: “Enseñanzas de las presentaciones de enfermos” Matemas 1, Paidós, Buenos Aires, 1987, pág. 165/6.
(12) Miller, J.-A.: Vida de Lacan, clase del 24/3/2010.
(13) Miller, J.-A.: Lacan ayer y hoy. Entrevistas a Jacques- Alain Miller, Grama, Buenos Aires, 2022, pág. 78/9.
(14) Ibid.
(15) Miller, J.-A.: Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág.300.
(16) Ibid., pág.237.
(17) Miller, J.-A.: Presentación de Polémica política, 2 de Mayo de 2021. Notas personales.
(18) Miller, J.-A. y Laurent E.: El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, pág. 39.
(19) Ibid., pág. 72.
(20) Preciado Paul B.: Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas. Anagrama, Barcelona, pág. 53. Citado en Basools M.: La diferencia de los sexos no existe en el inconsciente, Grama, Buenos Aires., 2021, pág. 55.
(21) Miller, J.-A.: La pareja y el amor, Paidós, Buenos Aires, 2003, pág 188.
Puede servirnos de aclaración, que en ese texto Miller retoma cierta autocrítica que Lacan se dirige en su última enseñanza, a raíz de haber confiado demasiado en lo simbólico. A eso lo llamó “locura” y lo relaciona con el descubrimiento del genoma humano por parte de la ciencia y la fuerza determinante sobre la especie humana que eso conllevaría, por ejemplo que se fantasee con crear bebés de diseño. Un “no parar” considerando solamente la lógica interna de tal sistema de ideas.
(22) Miller, J.-A.: El Lugar y el lazo, Paidós, Buenos Aires, 2013, pág.181
(23) Ibid., Pág. 396.