XXVIII JORNADAS ANUALES DE LA EOL: HABLEMOS DE INCONCIENTE, AÚN- 30 noviembre y 1 de diciembre de 2019
Gerardo Arenas
En vez de dormir, encendemos la consola y con un videojuego pasamos la noche en vela, tensos ante la pantalla –los ojos secos, la adrenalina a full–; luego nos levantamos temprano para jugar al fútbol con amigos; de regreso, para no desvanecernos tomamos abundante café; por la noche vamos a bailar, bebiendo hasta el amanecer mientras la música taladra nuestros tímpanos; al fin caemos rendidos hasta abrir los ojos y organizar la salida dominical. Así pasa el fin de semana. En vacaciones, lejos de bajar el ritmo, viajamos a escalar montañas, esquiar o pasear lo más posible mientras el cuerpo aguante, y volvemos a casa agotada y feliz. ¿Es verdad que los seres hablantes tendemos a evitar o reducir excitaciones, como Freud lo plantea? ¿Deberemos inventar pulsiones video jugadoras, futbolísticas, bailarinas y vacacionantes para luego sostener que todas ellas contrarían el hipotético principio de placer? ¿Las consideraremos raras formas de una pulsión de muerte que, más allá de ese principio, arruina nuestras vidas? ¿No hay en esto algo inaceptable?
Con lucidez epistemológica, Lacan observó que si un principio como el de placer tiene un más allá, no es un principio y debe ser descartado, al igual que el de realidad; incluso alentó a revisar el proceso primario, ya que lo basamos en la insostenible polaridad entre ambos principios. Al plantear que el placer es bajar la tensión, Freud derrapa –concluyó–,pues sólo gozamos de la excitación: habría que remplazar el principio de placer por unprincipio de goce. (1)
Pero él sabía que hablaba a las paredes, y tenía razón. En efecto, 50 años después seguimos haciendo oídos sordos y mezclandoel principio de placer y sus corolarios con nuestros últimos adelantos sobre el sinthome y el inconsciente real. Nos comportamos como alguien que hablara del agujero de ozono invocando el flogisto. ¿Hasta cuándo? El retorno a Freud por parte de Lacan fue tan necesario como el juego milleriano entreLacan contra Lacan y Lacan en bloque, (2) pero si no pasamos de esas tensiones dialécticas a sus consecuencias, si no mudamos ciertos desarrollos al museoque merecen, nosotros mismos terminaremos siendo parte de ese museo, y la religión triunfará con nuestra ayuda pues nos habremos vuelto religiosos.
¿No es exageradoeste planteo? Al fin y al cabo, nociones vagamente definidas como la de libido no son, según Freud, el cimiento del psicoanálisis sino el remate del edificio íntegro, y por lo tanto pueden sustituirse y desecharse sin perjuicio. (3) En esto tiene razón, pero son muy distintos los papeles que en su doctrina desempeñan la libido y el principio de placer, dado que este principio sí es un cimiento, y removerlo puede entonces perturbar amplios sectores de la construcción. Pasar del flogisto al oxígeno, subraya Lacan, no es un mero asunto de lenguaje. (4) ¿Daremos ese paso?
Darlo requeriría,además de coraje intelectual, un enorme trabajo, ya que retirar del edificio deFreud el principio de placer tendría implicancias múltiples encadenadas en serie: si no hay principio de placer ni más allá que lo complete ni principio de realidad que lo prosiga, el proceso primario deberá ser otra cosa, como observa Lacan, y entonces también lo serán el inconsciente mismo, el sueño y hasta el despertar; la pulsión ya no tendrá carácter molesto, y la noción de defensa perderá sus principales derechos; la vivencia de satisfacción cambiará de signo, pues no nos colmará por cancelar una excitación perturbadora, sino por prodigar un inédito e inolvidable modo de gozar; el trauma y el síntoma deberán igualmente ser reformulados, y cambiará nuestra idea de la represión; la constitución del yo requerirá, como mínimo, ser fundamentada de otro modo, y habrá que revisar con lupa tanto la metapsicología como la compulsión de repetición; de hecho, la pulsión de muerte carecerá de justificación y las fuentes de la angustia y del fantasma volverán a resultarnos enigmáticas; el masoquismono planteará problemas económicos, explicar el malestar en la cultura requerirá apelar a razones nuevas (que Bauman y Dessal ya sugirieron), (5)y si, al ser que goza,el superyó le ordena gozar, su función puede resultar superflua.
Como cada una de estas consecuencias tendrá, a su vez, una serie de derivaciones, el programa de trabajo que esto prefigura se parece al de un efecto dominó en el que la caída de ciertas fichas inaugura la de dos o más series nuevas, aunque plantearlo así podría hacer que con horror nos preguntemos qué quedará en pie, pese a que en verdad la propuesta no es demoler, sino reconfigurar. Lacan no nos invita a tirar abajo una columna, sino a sustituirla por una más firme: mandar al museo el principio de placer y remplazarlo por un principio de goce. ¿Seremos lacanianos y consecuentes con la herejía que ello implica, (6) o bien confirmaremos que él hablaba a las paredes?
Orientados por la ética de lo singular, (7) en uno u otro caso habremos de afrontar los embates de la época. La cuestión es, entonces, si para ello nos tomaremos el trabajo de remodelar y fortalecer nuestras construcciones discursivas, o bien nos limitaremos a alimentar la esperanza de que su actual ensambladura resista algún tiempo más. ¿Hasta cuándo? Hablemos del inconsciente aún, por supuesto, pero ¿no será ya hora de decir: “¡Basta de flogisto!”?
Referencias bibliográficas
(1)- Lacan, J.: Hablo a las paredes, Buenos Aires, Paidós, 2012, pp. 32ss.
(2) -Miller J-A. :Donc, Buenos Aires, Paidós, 2011, cap. viii.
(3)-Freud, S.: “Introducción del narcisismo”, Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1991, t. xiv, p. 75.
(4) -Lacan, J.: El seminario, libro 1,Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós, 1984, pp. 12s.
(5)-Bauman z, y Dessal G.: El retorno del péndulo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2014.
(6)-Laurent, E.: “Le Réveil du rêveoul’esp d’un rev”, congresoamp2020.com.
(7)-Cf. G. Arenas, “La ética de lo singular”, lacan21.com.