Por Christian Ríos.
El término “diversidad” constituye, hoy en día, un significante de uso habitual en el campo de la práctica política, y del derecho articulado a distintas reivindicaciones sociales, como así también, en el ámbito del discurso universitario.
Desde dicha perspectiva, observamos que nuestra civilización se caracteriza por cierto cuestionamiento a cualquier universal que pretenda anular las diferencias, no solo en el campo de la cultura de los pueblos, sociedades o grupos, sino también, en la dimensión del género, el sexo, la identidad, en definitiva, de los estilos de vida.
Por lo tanto, la diversidad se sostiene en un movimiento hacia lo múltiple que da cuenta del profundo cambio operado en la sociedad de la tradición, producto de la declinación del significante del Nombre del Padre en la cultura.
Desde el campo biológico, pasando por las conductas, hasta llegar a lo sociocultural –diversidad biológica, genética, funcional, sexual, lingüística, étnica, cultural– constituyen formas de nombrar la diferencia y la variedad de fenómenos que se encuentran en cada uno de estos campos.
Por otra parte, llama la atención la utilización del plural en el título de nuestras Jornadas, más teniendo en cuenta que el término diversidad contiene en sí mismo la multiplicidad, ¿por qué hablamos de “diversidades” y no de “diversidad”? Una posible respuesta, sería que el término “diversidades” nos permite cernir mejor, no solo lo múltiple aplicado a un campo, sino también el dominio –y el real– de dicha lógica en nuestra civilización, conduciéndonos así a lo que Eric Laurent nombró como “la época del sinthome”.[1]
La época del sinthome constituye la manera en que, desde el psicoanálisis, nombramos las “diversidades” –en su dimensión concerniente al síntoma como modo de goce– en nuestra civilización.
El despliegue del discurso científico ha sido fundamental para entender esta crisis –en la dimensión de la creencia– que afectó a aquellos significantes que operaban como universales al momento de normativizar el goce. Ya no nos encontramos en ese punto, cada quien tiene su forma, pero ello no implica la desaparición de la dimensión de la creencia, propia del parlêtre en tanto cuerpo afectado por la palabra. Constatamos, entonces, cierto desplazamiento en esta dimensión, ya que lo que se pone en juego es la creencia en el síntoma de cada uno, del uno por uno, y en este sentido constituye lo que resta, en la civilización de la ciencia, del régimen de la creencia.
Por ello, resultan de interés los debates de la psiquiatría actual, ya que dan cuenta de que no se trata solo de la falla de las clasificaciones –del punto imposible de clasificar– sino de la crisis generalizada al momento de constituir un diagnóstico estable. Diferencia central, que nos indica el cambio de época, ya que no resulta lo mismo contar con la estabilidad de una categoría –aun con lo imposible de clasificar– que con el hecho de que se torne imposible arribar a un diagnóstico estable.
Frente a dicha imposibilidad, la apuesta de la psiquiatría actual –que ya no pasa ni por la clínica de la mirada, ni de la medicación–, se corresponde con la edad de los algoritmos, basando su práctica en la recopilación y tratamiento masivo de datos concernientes a la Salud Mental. El impasse de la psiquiatría deriva así, en un intento de constituir una clínica psiquiátrica sin psiquiatras.[2]
Por otra parte, dentro de los discursos actuales, que operan como una respuesta a la época del sinthome, situamos la fuerte tendencia a la despatologización, sostenida en el privilegio de la escucha sobre la interpretación que introduce un contrapunto entre el sujeto del inconsciente –sujeto dividido– y el sujeto del derecho que rechaza la interpretación.
Si bien la reivindicación de la despatologización nos reenvía al campo de los derechos del sujeto y a la lucha de distintos colectivos sociales, para acotar determinadas prácticas que a lo largo de la historia han oprimidos y sancionado a aquellas subjetividades alejadas de las normas establecidas, la misma parece desconocer la locura singular del parlêtre, al empujar hacia un oscuro ideal de salud mental.
Desde estas coordenadas, podríamos preguntarnos qué orienta la práctica analítica en este tiempo. Si tenemos en cuenta, que toda adquisición de derechos no escapa a la gestión del amo de la biopolítica actual, diría que la práctica analítica se sostendrá en la política de síntoma.
Nuestras Jornadas constituirán una excelente ocasión, para formalizar la política del síntoma en el marco de la práctica del psicoanálisis en la actualidad. A grandes rasgos, diremos que la misma implica la desarticulación de cualquier intento clasificatorio proveniente de la ciencia y orientado hacia prácticas de gestión biopolíticas.
El discurso analítico inscribe el imposible lógico –No hay relación sexual–, desde el comienzo. Frente al agujero de la no relación, a la falla estructural de la mentalidad, Lacan responderá: “Todo el mundo es loco, es decir delirante”.
Por otro lado, respetar el modo de gozar singular desde dicha perspectiva –“todos locos”–, implicará una despatologización que, al no sostenerse en un ideal social o sanitario, no rechazará la creencia en el síntoma, como tampoco su interpretación.
Por último, vale la pena indagar la diferencia planteada por Miller en torno a creer y comulgar con un real,[3] como asimismo explorar la vía que traza Eric Laurent[4] al considerar que la creencia en el síntoma constituye un punto de detención del empuje superyoico actual.Christian Ríos
[1] Laurent, E., “La época del sinthome”, Conferencia dictada en la Facultad de Psicología, UBA, 27/11/2019, https://www.youtube.com/watch?v=wuDkFM9ZrWo&ab_channel=UBApsicologia
[2] Laurent, E., “La clínica del sinthome”, Clase inaugural de la Sección Clínica de Madrid, 9/10/2021, https://www.youtube.com/watch?v=N2YkcoJQfNs
[3] Miller, J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Conferencia pronunciada en la clausura del IX Congreso de la Asociación mundial de psicoanálisis, 17/04/2014, https://www.wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1
[4] Óp. Cit. n° 2.