por Adriana Testa
En primer lugar, desde mi función actual como presidente de la EOL, quiero decirles que este Primer Coloquio-Seminario de la Orientación Lacaniana es el resultado de una iniciativa de Mauricio Tarrab puesta a discusión en el Consejo a fines del año pasado, cuando aún él era su presidente.
Mauricio ya ha hecho referencia al modo, incluso la contingencia, que dio lugar a esta iniciativa suya. En febrero de este año, propuse en el Consejo retomarla y hubo pleno acuerdo para que este proyecto siguiera su curso. También, debo decirles que Leonardo Gorostiza, actual presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, dio lugar a la consideración de esta iniciativa de la EOL en la reunión del Consejo de la AMP en París, en enero de este año.
Desde que asumí la presidencia, recientemente en diciembre de 2011, prioricé mi participación en este proyecto, al que bien podemos considerar como el primer paso de un movimiento, así decidimos llamarlo en la primera reunión de la Comisión asesora de la que participaron Enrique Acuña, Lito Matusevich, Eduardo Suárez, Mauricio Tarrab y yo. Efectivamente hoy damos ese primer paso al reunir en un lugar emblemático de la ciudad de La Plata, como es el Centro Cultural Pasaje Dardo Rocha, a una comunidad analítica que desde hace muchos años hace existir en esta ciudad, el psicoanálisis de la orientación lacaniana.
Hoy, nos proponemos hacer de esa fuerza material ya existente, un movimiento en el que efectivamente convergen miembros de diferentes instituciones analíticas, miembros que no están en ninguna de esas instituciones, colegas que desarrollan sus actividades en las universidades, en los hospitales, en los centros de salud.
Es ésta una primera convocatoria sobre la que sólo podremos saber qué estamos haciendo a partir de los efectos que produzca; a partir del momento en que podamos concretar, como dijo Lito Matusevich, un segundo paso que haga existir a éste como el primero.
Hace poco, en el contexto del Congreso Internacional de la Asociación Mundial de Psicoanálisis que se llevó a cabo Buenos Aires, una amiga psicoanalista muy conocida aquí por muchos de ustedes, pero hoy no voy a decir su nombre, me preguntó con cierta insistencia por qué priorizaba esto, es decir mi participación en este proyecto que en el momento del Congreso ya estaba en su plena organización. Intenté una respuesta, otra, insistió, y finalmente le dije algo que para mi tuvo y sigue teniendo un valor de hallazgo: “Los buenos aires para mí llegaron de la ciudad de La Plata”. Fue ésa una fuerza que marcó mi salida de la casa paterna por la vía fraterna. Era mi hermano el que me traía buenos aires desde aquí a la ciudad donde yo vivía. Y aquí me encuentro hoy: involucrada en esto que hemos podido concretar como un primer paso.
Coloquio-Seminario
Hacia el final, cuando veíamos los últimos detalles del afiche de esta actividad, Enrique Acuña hizo hincapié en que no nos olvidáramos del guión entre los términos ‘coloquio’ y ‘seminario’. Y, sí porque el guión indica, por ejemplo, una relación de doble implicación; dónde sólo si hay seminario hay coloquio, hay posibilidad de una interlocución con otros en un debate público, y sólo si hay coloquio entonces el seminario puede convertirse en una producción viva.
Un seminario supone un saber en quien diserta y se desarrolla con la participación de otros, invitados por quien diserta, por quien sostiene la elaboración central sobre un tema en particular. Es lo que estamos haciendo hoy, es lo que Lacan hizo de una manera formal durante muchos años de su enseñanza –no sabría decir exactamente hasta qué seminario–; pero la estructura era semejante a lo que hoy organizamos bajo este nombre de coloquio-seminario, donde en una secuencia de tres mesas, daremos lugar a lo que llamamos: Disciplina del comentario, Lógica de la cura y Perspectivas del concepto.
Disciplina del comentario
Lacan siguió este esquema durante mucho tiempo cuando avanzaba en la enseñanza de sus seminarios con colegas, psicoanalistas o asistentes de otras disciplinas, a quienes invitaba a desarrollar algunos aspectos del tema central que él estaba tratando; y él mismo practicaba lo que se llama la “disciplina del comentario” , es decir avanzaba ampliamente en el desarrollo de un tema como hoy lo ha hecho de manera ejemplar Mauricio Tarrab con el tema “La experiencia analítica: entradas y salidas”, y a su vez, incluía en ese desarrollo un ejercicio de lectura, la lectio, un ejercicio muy antiguo que es el del comentario de textos.
En sus seminarios van a encontrar muchas referencias a otros autores, conexiones con otros campos discursivos y la disciplina de sus comentarios era un modo de hacer responder a los textos preguntas que él mismo planteaba desde el desarrollo pormenorizado del tema al que dedicaba un seminario anual.
La disciplina del comentario hace responder a los textos preguntas, que muchas veces no tienen por qué estar entre signos de interrogación, pero que sí aparecen como impasses, puntos de contradicción, contrastes. Es una lectura comentada donde se busca respuestas en los textos.
Digo que es un antiguo ejercicio, porque si uno rastrea estas formas de transmisión –en su momento lo hice, hace muchos años– va a dar con los géneros literarios del siglo XII; de una época en la que proliferaba la formación de escuelas urbanas, que sucedieron a las llamadas monásticas o capitulares, en un movimiento acorde al auge progresivo que fueron ganando las ciudades, fundamentalmente, en Francia. Luego estos métodos se incorporaron como instrumentos de formación en el ámbito de las universidades, en pleno siglo XIII.
Lógica de la cura
La lógica de la cura sigue un movimiento inverso, uno puede incluso establecer una dialéctica entre el seminario, la exposición de los argumentos y la disciplina del comentario que apunta a un detalle, recorta un texto y argumenta sobre un punto en particular. Mauricio hizo un ejercicio de disciplina del comentario cuando tomó un texto de Meltzer y lo comentó, buscando en particular un detalle.
La lógica de la cura es un movimiento inverso en el sentido de que los analistas son los que responden por su propia práctica, bajo una exigencia que es el ejercicio de construir la lógica de un caso. Tiene en su horizonte orientar la construcción de un caso, su relato, siguiendo una lógica que articule los dichos con los elementos de estructura puestos en juego en la dirección de una cura. De ese modo los analistas responden por su propia práctica.
Perspectivas del concepto
Es la exploración de vecindades de un concepto en campos de discursos conexos, en diversidad de autores. Es un ejercicio de lectura y escritura que abre a la variabilidad de tratamientos de un concepto. (1)
Como parte de un ejercicio de argumentación, les propongo rápidamente, establecer una correspondencia entre estos tres modos de tratar los textos, sea un punto de doctrina en particular, un relato clínico o un concepto; es decir entre estos tres ejercicios, que son disciplina del comentario, lógica de la cura y perspectivas de un concepto, con el trípode que Jacques-Alain Miller planteó hace muchos años en relación a la formación de los analistas que es “episteme, clínica y política”. Y fácilmente vamos a poder ubicar el seminario, el desarrollo argumentativo de un tema en particular y la disciplina del comentario como la pata epistémica de un trípode compuesto por la “clínica”, donde ubicamos –en el esquema que estamos siguiendo– la lógica de la cura, es decir, la construcción lógica de un caso, y por otro lado, las perspectivas de un concepto como postulación “política”, en tanto interpreta una retrospectiva histórica, construye una genealogía del concepto e incursiona en otros discursos.
En el seminario que ha dado Mauricio encontramos efectivamente el tratamiento de un concepto, de uno en particular, que es el de “experiencia” donde desde cierta perspectiva histórica, desde una mirada retrospectiva y, a la vez, hacia un tiempo por venir, hizo una interpretación política y clínica. Fue lo que hizo claramente en su comentario sobre un texto de Donald Meltzer. Éste también es un ejercicio de lectura crítica, que desde un punto de vista exterior, nos lleva a plantearnos qué hacemos cuando priorizamos o elevamos a nivel del elogio determinados términos o conceptos, como pueden ser “contingencia”, “lo singular”, “el goce”, “lo real”. Desde un punto de mira exterior a nuestra propia práctica o al discurso que se va cristalizando en distintas formas de transmisión, podemos hacer lecturas comparadas que buscan discernir diferencias, semejanzas, contrastes… apoyándonos en distintas perspectivas conceptuales y/o discursos conexos al psicoanálisis. Enrique lo hizo en su intervención, por ejemplo, leyendo la noción de experiencia desde el campo de la filosofía, en particular, desde el planteo de Giorgio Agamben.
Es entonces en esta dialéctica que avanzamos sobre la elaboración de puntos de doctrina, con la paradoja que implica decir puntos de doctrina o dogma en el psicoanálisis. Porque ¿qué proponemos? ¿Hacer un dogma, por ejemplo, sobre lo que es la experiencia del análisis?
No hacemos exactamente eso. Creo que la diversidad de estos enfoques y de estos ejercicios, disciplina del comentario, lógica de la cura y perspectivas del concepto, es lo que nos permite, sí, llegar a formular una doctrina pero al mismo tiempo dialectizarla en un sistema de oposiciones.
La forma de enseñanza, con la que Lacan avanzó en sus seminarios, es la de la dialéctica hegeliana: tesis, antítesis, síntesis o conservación de las dos posiciones antitéticas. Sin embargo, en la medianía de su enseñanza, a la altura de El Seminario Libro 10, Lacan se alejó de Hegel, cuando planteó que en el psicoanálisis no hay una Aufhebung, una superación totalizadora. Y su primer aviso en este sentido fue decir que el significante no es una Aufhebung, precisamente porque hay otra cosa que no puede ser atrapada en la lógica del significante que es ese resto que dio lugar a la elaboración de lo que llamó su “invención”, el objeto a.
(Texto publicado en La experiencia analítica: entradas y salidas.( Libro del Primer Coloquio-Seminario de la Orientación Lacaniana en la ciudad de La Plata), La Plata, 2012, pags. 43-47.
Notas
(1)En el año 1992, se publica un Coloquio-Seminario realizado durante el movimiento hacia la Escuela, en el año anterior: Eric Laurent y otros: Lacan y los discursos, Manantial, Bs. As., 1992. En la presentación Graciela Brodsky comenta la estructura del Coloquio-Seminario.